A Víctor Ramos le preocupa el medio ambiente: el tráfico, el paisaje. Y le preocupa el futuro de la calzada de Amador.
Para el año 2008 se planifican nuevos proyectos en esta franja de tierra, como el Museo de la Diversidad y el teleférico de Ancón.
Y se espera que por allí transiten 40 mil autos, lo que crearía tranques y hasta podría causar un colapso.
Ante ese escenario, Ramos trabajó un sistema de transporte colectivo tipo monorriel "para que los visitantes de Amador no tengan que llevar sus autos hasta el final del Causeway y puedan visitar todos los atractivos de la zona".
Ramos dice que su proyecto, que ideó como tesis de maestría de arquitectura y que presentará al Gobierno, es un "sistema de transporte moderno y eficiente, como el que se usa en Epcot Center, el nuevo Louvre o las principales zonas turísticas de Amsterdam".
Él opina que la empresa privada lo debe desarrollar, y partiría de los estacionamientos de Amador con seis paradas: en el Figali, en Naos (bares y restaurantes), isla Culebra (Museo de la Diversidad), en isla Perico, Fuerte Amador Resort and Marina y en isla Flamenco, en la terminal de cruceros. La capacidad sería para 200 personas por viaje.
¿Ventajas? Dice Ramos que el espacio que ocupa es mínimo, silencioso, los costos de construcción no son tan elevados y obstaculiza de forma mínima el paisaje.
Por su parte, la arquitecta y profesora Lourdes Alvarado considera que es un proyecto viable. "Son de las opciones que siempre se deben considerar para solucionar problemas de turismo, transporte y comunicación", opina. "Son opciones creativas que deben tomarse en cuenta para lograr óptimos resultados".
Ella fue un paso más allá y planteó que el monorriel pudiera utilizarse para la integración de la calzada con el casco antiguo, o podría "recorrer la orilla del mar".