El arquitecto británico Norman Foster fue galardonado ayer con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes -el primero de los ocho galardones que concede anualmente la Fundación Príncipe de Asturias- por anticipar “con brillantez la única polis posible en el siglo XXI, al servicio del desarrollo sostenible y de la libertad personal y social”.
Las obras de Foster, nacido en 1935, están dispersas en el mundo. Entre las más recientes están la estación subterránea de Florencia, la pirámide destinada al diálogo mundial entre las religiones en Astana, la nueva capital de Kazajistán y el mayor aeropuerto del mundo, construido en Beijing para las Olimpiadas.
Para los arquitectos panameños, Foster es una importante referencia. “Sus obras son agradables y funcionales. Todo lo que hace tiene un fin”, opina la arquitecta Kathia Borace. Sus obras favoritas son la cúpula del Reichstag alemán en Berlín (combina lo clásico y lo contemporáneo) y el edificio del Swiss Re (con forma de bala, está hecha de rombos y se puede abrir, por lo que actúa como ventilador).
Para el arquitecto Roberto Caballero, Foster es “un genio” por su habilidad para desarrollar la funcionalidad de los espacios, incorporando elementos de la naturaleza y materiales tecnológicos. Del galardonado arquitecto, le encanta el Banco de Hong Kong y Shanghai, que a pesar de haberse construido en 1985, “se mantiene como un edificio moderno”.
El arquitecto David Cedeño coincide con Caballero. A él le atrae cómo Forman lleva los materiales a “su máxima transformación para crear formas”, pues emplea recursos novedosos al diseñar. Sus obras, por sí solas, “trasforman contextos”.