Dice Ricardo Gago, presidente del Comité Pro Rescate de las iglesias del Casco Antiguo, que el futuro de este sector es borroso. Si bien el Estado ha apostado a la restauración de varias estructuras históricas, las manos privadas abusan de la flexibilidad en las leyes. Además, dice el coleccionista, los precios del comercio asustan a locales y turistas.
Explicó que en varias partes del Casco Antiguo la historia pasa desapercibida, además, y que es necesario trazar un plan para convertir el lugar en un espacio accesible, cultural e histórico.
¿Cómo es la ciudad de Panamá?
Es una ciudad extraña, no es cuadrada o semicuadrada. Es dispareja, calles que se acaban de repente. No es una ciudad amistosa. Siendo Panamá siendo tropical, uno tira una semilla en una jardín, le echas un poco de agua y ella brota, y no hay árboles en las calles. He soñado con una ciudad llena de árboles, toda, con vegetación y jardines preciosos. ¿Te imaginas nuestras avenidas toda llenas de árboles en ambos lados? Sería mucho más amigable. La vegetación que falta hace que la ciudad sea agresiva, donde la gente está estresada.
¿Cuál es la importancia histórica, cultural y social de las iglesias del Casco Antiguo en la construcción de la identidad de la ciudad?
La parte administrativa colonial era netamente religiosa. Por ello, gran parte de la ciudad eran los templos religiosos. La ciudad se incendia y se mueve a las faldas del cerro ancón, y se reparten los espacios, los mejores los toman la administración y las iglesias. En el Casco había siete iglesias, incluyendo la de Santa Ana. Una ciudad tan pequeña y pobre con tantas órdenes religiosas debió ser importante en aquellos tiempos. La iglesia ha estado unida al país desde el día uno, aunque cada vez más a menor escala.
¿En qué estado encontró las iglesias? ¿qué tan complejo fue el proceso de restauración?
Las iglesias estaban en pésimo estado. Los culpables de este deterioro fuimos tres grupos: la iglesia, el estado y los ciudadanos católicos, que veíamos como estos edificios históricos se venían abajo y preferíamos caminar sin mirarlos. Cuando yo entré una tarde de agosto de 2013 a la iglesia de San Francisco de Asís, nos prestaron una escalera para hacerlo, y cuando entramos y puse el pie dentro de la iglesia, en el piso, le digo no sé que hay pero esto está empapado. Era una oscuridad impresionante, no se veía nada. Y eso era un lago de agua sucia. Tuvo nueve años abandonada. Estaba la catedral cerrada, San Felipe Neri cerrada. San José tenía restricciones. Las únicas abiertas de verdad eran la de La Merced y la de Santa Ana.
¿Qué calidad tienen el resto de las restauraciones en el Casco, tanto a manos públicas como privadas?
Todos los gobiernos, desde que se hizo la ley del Casco Antiguo (2002), han sido demasiado complacientes. La ley dice que si tu tienes una propiedad y no construyes en esa propiedad en un tiempo determinado, el gobierno puede confiscar esa propiedad. Hay un sin número de propiedades en total abandono. La ley es maravillosa pero no se utiliza como debe ser. Todo radica en el juega vivo: yo compro una propiedad y la dejo engordando. Viene alguien y se enamora. Lo que compré en diez, la vendo en mil y luego otro la vende en cinco mil. Y al final nadie construye y la propiedad sigue abandonada. A nivel privado hay muchas regulaciones que no se cumplen. Hay aberraciones. El gobierno ha hecho cosas, algunas se pudieran haber hecho mejor. Pero es mejor lo que se hizo que lo que había.
¿Cómo describe la relación entre las ciudades coloniales y los barrios alrededor?
En Panamá Viejo la situación es difícil. Hace unos años Panamá viejo estaba abandonado, y existió hasta hace muy poco. Antes de construir la calle había como mayor unión entre los vecinos y el sitio histórico. Había áreas que servían de esparcimiento para los vecinos. Ahora con la calle quedaron alejados, se rompió esa relación.
En Casco Antiguo, cuando se decretó patrimonio de la humanidad, solo se incluyó cierto sector. Esa separación creó división con el resto del barrio. Dentro del mismo barrio también existe cierta separación entre los vecinos, que muchas veces no soportan el estilo de vida de los de alrededor. La integración es muy difícil en el Casco.
En los últimos meses, muchos comercios han salido del Casco Antiguo para instalarse en otros lugares de la ciudad. ¿Cuál es el futuro comercial del Casco?
El problema más importante del Casco es su valor. Los alquileres son extremadamente alto. Y un negocio es para ganar, lógicamente. Ese es el primer problema, los estacionamientos son otro problema. Debería ser peatonal, pero todavía no. Si se hiciera hoy, el Casco muere, porque no hay dónde dejar el carro. Los precios de las propiedades también son altísimos, hasta cinco mil dólares el metro cuadrado. El ruido de muchos negocios también complica la vida en el Casco.
¿Qué es lo que menos le gusta de la ciudad?
Que no tenga vegetación, árboles, fuentes, parques. Si yo fuera alcalde, sembraría árboles por doquier, que la ciudad tuviera mucha sombra. Me disgusta que Panamá no sea una ciudad bella.
¿Qué ama de la ciudad?
Que todo está cerca. Que es fácil llegar a los lugares, aún con el tráfico. No es de estas ciudades que pasas cuatro horas de ir a un extremo a otro.