Finalmente un restaurante ruso en Panamá. Encontrarlo no es difícil, está justo atrás de Larouch Motors, en Calle 50 con 67E. El nombre, por el menú, llegué a creer que es contracción de Panamá-Rusia.
Navegar el menú no fue muy difícil porque no hay que lidiar con términos en cirílico. No obstante, sí le quita un poco de lo divertido. Por ejemplo, a los pierogi les llaman “ravioli”; los ofrecen hervidos o fritos (creo que en el caso de los fritos tenderían a ser más bien pelmeni). La cosa es que están rellenos de carne y vienen con cebollas fritas en mantequilla a punta de melcocha.
Y por supuesto, la crema agria. Definitivamente no kosher: pero lo que sí encontré en versión kosher fue el borscht, que sirven caliente con su requisita remolacha, repollo, zanahoria y en este caso un toque de tomate y de paprika picosita, y por supuesto, crema agria (smetana). No sé qué tanto de ruso tenga un entrante llamado “berenjenas a la Cleopatra”, pero estaban sabrositas, rellenas de crema agria, acompañadas de tomatitos colmados de queso rallado.
Tienen recetas de aquí y allá, con crédito a los restaurantes de origen, y varias recetas originarias de la cocina franco-rusa de los siglos XVIII y XIX, cuando la nobleza importaba no solamente los ingredientes, sino los chefs de Francia. Uno de éstos, el belga Lucien Olivier, dio nombre a la ensalada de papas que luego pasó a ser conocida como ensaladilla rusa (progenitora de nuestra ensalada de feria), que por supuesto figura en el menú y no se nos ocurrió ordenar.
La “Croqueta al estilo de Kiev” es el famoso pollo a la Kiev, pechuga rellena de mantequilla con hierbas, luego apanada. La hacen muy bien. Pedimos el filete a la Stroganoff (esta preparación, con salsa de crema y hongos, la ofrecen con pollo y cerdo también) y los medallones de cerdo con salsa de mostaza. Ambos sabrosos, aunque la carne no estaba muy suave. Vienen acompañados con puré de papas, al que le sentí su buen toque de vinagre.
De postre, pedimos unas crepes de manzana con crema agria: estuvieron buenas, pero no son las mejores que he comido. Creo que en general, lo que más me gustó fueron los “ravioli” y el borscht, definitivamente.
Tienen todo tipo de shashliks (carne en palito, chico) que no pedimos, y mariscos que también omitimos (demasiada Cuaresma). Volvería por curiosidad de probar el resto del menú, y para otro plato de borscht.