Nunca "me había dado" por comer en Albrook Mall, así que decidí que era hora.
Agarré a los primeros reclutas de turno que me encontré, que resultaron ser Mamita y otro amigo, y nos fuimos de excursión.
Playa Langosta tiene tipo franquicia criolla, y en el directorio se anuncia como restaurante de cocina caribeña; no tenían agua de pipa, pero sí unas naranjadas y limonadas con raspadura muy sabrosas.
Comenzamos pidiendo unas arañitas que vinieron rebozadas y crocantes, como que recién salidas del aceite, con un lindo tono naranjita que presumo indica que se frieron en aceite con achiote o que en la masa se utilizó algún tipo de especia –pimentón con cúrcuma, por ejemplo– que le dio el color.
Especulo esto último porque los patacones no vienen "teñidos", a diferencia de los langostinos que pedimos a continuación, que traían el mismo matiz cobrizo. Muy sabrosos también.
Un cebiche de pescado estuvo normalito y será que era del día anterior o era de cazón porque estaba durito.
El coctel de langostinos sí que fue otra cosa: es más bien un cebiche al estilo ecuatoriano, ya que viene en una salsa con ketchup, sin embargo, además tiene contextura bastante más líquida, que incluye jugo de limón y viene sazonado con trocitos de pimentón, cebolla y culantro.
Pedimos también un guacho de mariscos, que trajo almejas, pulpo y calamares, además de su buen fondo de pescado, y vino en una pailita muy coqueta y un pargo entero a la marinera que vino demasiado frito, por lo que estuvo difícil arrrancarle la piel y carne, con una salsa bastante indiferente que tenía uno que otro trocito de pulpo por encima.
Yo diría que lo mejor del día fue el arroz con coco, con su toquecito dulce, como si le hubieran echado miel de caña o hecho con mucho amor. Dixit.