Para llegar, cruzas el puente de las Américas y luego te bajas en la primera salida a la derecha, y sigues en dirección oeste, y el local está a un kilómetro de la estación Delta en el pueblo de Veracruz, a mano izquierda. Filo existe desde ¿qué? ¿dos o tres décadas?
Por supuesto, ha ido morfando. Ahora tiene una fachada que podría pasar por coqueta en el espejo de la memoria.
Ya no está el saloncito con aire acondicionado que existió alguna vez: en cambio, es un comedor amplio, al aire libre y de altos techos, con mesas grandes, de esas que esperan familias con por lo menos tres generaciones.
Otra cosa que ha cambiado es el menú. El cuchitril aquel que comenzó con una paella y cualquiera otra cosa que recogieran los trasmallos del somnoliento caserío, ahora se ha sofisticado un poco.
Además del original pan con ajo, puedes también elegir pan con tomate (sabroso) u otras cosillas, y a las tradicionales almejitas al ajillo, que siguen igual de buenas.
Pedimos un pulpo a la gallega que devolvimos: tenía la textura esa que adquirían los chicles masticados durante tres horas de religión y latín seguidas, que luego quedaban pegados debajo del pupitre ajeno.
Mucho mejor nos fue con los deditos de corvina y los langostinos (cuatro por orden, un poco grasos) apanados ambos, con sendas raciones de salsa tártara, alimonada y rica.
Y luego entramos en materia. Un arroz negro traía calamares, camarones y almejas, y al igual que la paella marinera, que se distinguió con la presencia de un longorón y un langostino además de lo otro que vino en el arroz negro, estuvieron buenos, pero no de éxtasis.
Pedimos un “guiso meloso”, con una salsa atomatada, espesa, de donde proviene su nombre, con muy buena sazón, que trajo pescado y toda suerte de mariscos; de sabor concentrado pero no al punto de empalagar, fue una buena selección.
Lo que me sorprendió muchísimo fue un filete “entero” [sic] que pedí a) porque estaba en el menú y b) para aquellos alérgicos al marisco, que estuvo sobresaliente.
Solo atinamos a probarlo, y el resto me lo llevé para la perra (hambre de medianoche). Aún frío, cortado en lascas delgaditas, estaba riquísimo y suavecito.
Entre los postres: crema catalana algo aguada, pero con buena costra de caramelo y un helado de higos hecho en casa, muy interesante. Dixit.