AristólogaEspecial para La Prensavivir+@prensa.com
El ambiente no me dice absolutamente nada. Esta es una casa, en la Calle Alberto Navarro de El Cangrejo, que ha sufrido muchas transformaciones desde que visitaba a mis amiguitas —que vivían ahí antes de que la residencia sirviera de sede para restaurantes y algunos otros propósitos comerciales— con cierto encanto, que no se traduce muy bien a su actual uso hospitalario.
Como era un día de poco movimiento, estaba cerrado el salón principal y nos dirigieron al bar.
Es un sitio bohemio, a falta de mejor adjetivo, con un barcito y varias mesas. Hay un televisor grande y la música es jazz clásico, big band, ese tipo de cosa, que no esperarías con el menú decididamente catalán —el propietario panameño vivió en Barcelona varios años— que te traen en una pizarra.
Pedimos la carta de vinos y nos trajeron algunas botellas. Nos decantamos por un Rioja Crianza del 2001, ¡la cosecha del siglo! por solamente 17 dólares, que pedimos refrescaran mientras bebíamos nuestros escoceses y Rob Roys (un Manhattan, pero con whisky escocés en vez de americano). Nada mal.
El pan con tomate no nos impresionó mucho, pero las almejitas al ajillo con vino blanco y perejil que siguieron estuvieron estupendas. Ni siquiera cuando se enfrió la salsa tuvimos querella, ya que sabiamente la espesaron con miga de pan y no con un slurry, de forma que aún fría no se cuajó. Entre las almejas y el chorizo a la diabola, que tal como indica su nombre consiste en dos chorizos rehogados en una rica salsa atomatada y picosita, sí que le encontramos uso al pan con tomate y dejamos los platos limpios.
Justo a tiempo llegó la tortilla española, de buena textura, y unos "tigres" que eran algo híbridos: unos mejillones en su concha, con salsa bechamel encima, todo el conjunto apanado y frito. Diferente, tal vez, pero básicamente una croqueta con concha.
Las brochetas de cordero trajeron trocitos de carne entrelazados con morrones y cebollas, y estuvieron bien, pero ninguno de los platos estuvo en la categoría del tempura mediterráneo, que fue la estrella de la noche: trajo berenjenas, cebollas, espárragos, habichuelas y zucchini, con un rebozado perfectamente logrado, y una salsita teriyaki muy sabrosa. Pedimos, de plato fuerte, una paella Costa Brava de mariscos (ofrecen, además, una que trae carnes de tierra y un arroz negro) que llegó tardísimo, ya que al parecer no escucharon cuando la pedimos.
Aparte del hecho de que estaba demasiado grasosa, estuvo riquísima. El arroz, bien logradito aunque fuera de grano panameño y no de Calasparra, vino con langostinos, calamares, almejas, mejillones, habichuelas, pimentones y guisantes, y un excelente punto de condimento. De postre, una crema catalana se había cuajado mal pero sabía bien, y un flan que tenía buena textura no era más que normalito en cuanto a sabor.
Pero el sitio es —si perdonas los manteles de plástico que casi le causan un aneurisma a uno de los RdT— simpaticón, y los precios excelentes. Dixit.
FICHA TÉCNICA
• CALIFICACIÓN: 2
• DÓLARES: 2
• RECOMENDADOS: Chorizo a la diabola (3.95), Almejas (3.50)
• RELACIÓN COSTO-CALIDAD: Tempura mediterráneo (3.50), Paella Costa Brava (7.75 x 2)
• ACCESO A DISCAPACITADOS: Por atrás
• FUMAR: En el bar
• DIRECCIÓN: Calle Alberto Navarro #4
• TELÉFONO: 302-3230
• ACEPTAN: Visa, MC, Amex, Clave