Ricardo Zúñiga habla en broma y en serio cuando dice que no tuvo elección. Nació en una familia de músicos profesionales y a los cinco años ya estaba probando el violín en las aulas del Instituto Nacional de Música o conservatorio.
Completó los niveles básicos del conservatorio ya con un contrabajo entre sus manos, y a los 17 años fue admitido en la Orquesta Sinfónica Nacional. Pero quería más.
A los 23 años fue el primer egresado de la licenciatura de música con especialización en contrabajo del conservatorio y fue por más.
En 2010 audicionó y ganó una beca parcial para tomar una maestría musical en Estados Unidos (EU), y tras cumplir la meta sintió que podía seguir avanzando.
Entonces hizo las pruebas para el doctorado en artes y le dieron la beca completa para el programa.
Zúñiga, panameño de 31 años, es desde 2015 doctor en artes musicales con especialización en contrabajo por la Universidad de Texas en Austin, EU, un nivel académico que han alcanzado pocos músicos nacionales, reconocen sus colegas artistas.
Ahora está de vuelta en su país y comparte su experiencia.
¿Cuándo cambió el violín por el contrabajo?
En el conservatorio, un profesor me dijo: “Tú no pareces violinista”. Y luego me mostró un contrabajo pequeño, para niños, lo toqué y fue el final de mi carrera como violinista. Tenía como 11 o 12 años. Fue mi primer encuentro con este instrumento.
¿Cómo surge la oportunidad de estudiar música en el extranjero?
Cuando tenía 17 años había una vacante para contrabajo en la Orquesta Sinfónica Nacional, audicioné y gané. Tuve que pedir permiso formal a mis padres para participar porque era menor de edad. Allí pude trabajar con Roberto Papín Flores, el principal contrabajista de la Sinfónica. Paralelamente a las presentaciones con la orquesta, terminé la licenciatura y empecé a dar clases como profesor en el programa infantil del conservatorio. Entonces fui por más y en 2010 apliqué para una maestría en la Universidad de Texas en Austin, EU. Primero envié un material a través de internet, lo vieron y me citaron para una prueba presencial y dos semanas después me dijeron que estaba adentro. Me ofrecieron una beca que cubría aproximadamente el 75% de la matrícula del plan de dos años. La maestría costaba unos 40 mil dólares en total sin contar otros gastos como hospedaje, alimentación o transporte, y pese a la cobertura de la semibeca, el 25% restante era mucho dinero. Usé mis ahorros de mi trabajo en la Orquesta Sinfónica Nacional y con eso pude seguir. En la maestría recibí clases de DaXun Zhang, uno de los mejores contrabajistas.
¿Cómo logra ingresar al doctorado?
Cuando terminé la maestría en 2012, quería más. Apliqué de inmediato para el doctorado, audicioné y la Universidad de Texas, en Austin, me dio la beca completa para seguir. El doctorado podía costar unos 60 mil dólares solo en matrícula, sin contar otros gastos importantes.
¿Cómo costeaba su hospedaje y otras necesidades?
Como ya llevaba un tiempo en Estados Unidos, empecé a conocer gente, a hacer audiciones y gané vacantes en algunas orquestas locales y en otras entraba como músico sustituto. Tocaba con 4 o 5 agrupaciones, entre ellas la Orquesta de Austin, la Ópera de Austin, la Victoria Simphony y orquestas más pequeñas. Con eso pude mantenerme.
¿Cuántos músicos panameños conoce que hayan logrado tener el nivel académico de doctorado?
Muy pocos. Y en contrabajo, ninguno por ahora.
¿Fue a la Universidad de Texas, en Austin, por algún motivo en particular?
Por el profesor DaXun Zhang. Yo lo conocí en Panamá en un concierto, lo trajo la Asociación Nacional de Conciertos, quizá en 2006. Me gustó, leí sobre él y cuando decidí aplicar para una carrera fuera de Panamá busqué dónde estaba enseñando él. No es común encontrar un solista en un instrumento como el contrabajo, y él lo es y ha tenido muchísimos reconocimientos, entre ellos ganar el primer premio de la Asociación Internacional de Contrabajistas. Ya era profesor en una universidad importante a los 26 años y eso es muy raro.
Cuando me aceptaron para el doctorado, DaXun Zhang me nombró como su profesor asistente. A los 27 años, que tenía por entonces, fue algo muy grande para mí.
Describa la experiencia académica de estos seis años en EU.
Fue fuerte. El cambio fue muy grande, tanto en lo musical como en lo cultural, aparte que no dominaba el inglés. Fueron como siete meses de adaptación en la manera de tocar, en la manera de ver las cosas, en la manera de hacer las cosas, en la manera de preparar todo. La lista de puntos sería interminable. Lo que más me chocó fue el cambio cultural en cuanto a la organización, todo está muy preparado, desde años antes. Y en el grupo en las clases, todos eran de un nivel muy alto.
Tuve que tomar clases de inglés por mi cuenta. Leerlo era más fácil, pero hablarlo y escucharlo era más complicado. Pero precisamente ese choque cultural me aceleró a aprenderlo. Me tomó como un año sentirme cómodo con la lengua. Fue un año de no dormir lidiando y aprendiendo, pues todo tenía que hacerlo en inglés.
¿Cómo era una jornada de clases?
Lo resumo así: vivía en la Universidad. Un día normal era salir de la casa a las 6:00 a.m. y regresar a las 11:00 p.m., y a veces tenía que estudiar hasta las 2:00 a.m. o 3:00 a.m., incluyendo los sábados y los domingos. Por eso, era muy común ver a la gente dormida en sillones de la universidad. Y en las vacaciones me preparaba para lo que seguía. Es posible, entonces, recibir docencia de importantes universidades, sin importar los recursos con los que se cuente.
Claro, cuando apliqué no conocía a nadie en esa universidad. Hay que tomar el riesgo. Riego es igual a oportunidad. Y de una oportunidad vienen más oportunidades.
¿Conoció a algún otro panameño estudiando música por allá?
Música no, en otras carreras sí conocí a algunos.
¿Cuánto cuesta un contrabajo?
Un contrabajo estándar, de una calidad apropiada, entre 5 mil y 10 mil dólares. Uno profesional puede contar de 30 mil para arriba. Los hay hasta de un millón de dólares, depende del lutier.
Terminando mi doctorado pude adquirir mi contrabajo; se llama Tato y todavía lo estoy pagando, pero ya me falta poco.
¿Por qué decide regresar?
Es una respuesta compleja... Para hacerla sencilla: es mejor estar donde a uno lo necesitan o donde uno puede aportar, sobre todo si es con tu gente.
¿Qué planes tiene tras su regreso?
El pasado 15 de julio me uní a la Orquesta Sinfónica Nacional y estoy trabajando en mi página web; la idea es poner en práctica todo lo que aprendí en EU.
¿Cómo ve el panorama musical local luego de seis años de ausencia?
No lo he palpado lo suficiente aún como para dar una opinión.
¿Y cómo encuentra el país?
Cuando me fui no había Metro. Hay muchos más edificios y los apartamentos están muy costosos, más que en donde vivía en Texas. Hay mucho tranque también, demasiado, en todos lados, todo el tiempo, no hay escapatoria.
Tras su paso por aulas de EU, ¿qué se puede tomar de ese modelo para mejorar en Panamá?
Me gustaría que se creara conciencia de las limitaciones de recursos. Es una de las grandes diferencias con las escuelas de música en primer mundo. Hay que brindar a las herramientas a las instituciones. Y puede sonar como ideales muy lejanos, pero los salarios en la Orquesta Sinfónica Nacional están por debajo de lo que debían estar. No hay salas idóneas de conciertos ni para la orquesta ni para los estudiantes del conservatorio.