Hay zapatillas para cada actividad. Unas están diseñadas para jugar fútbol, otras para jugar baloncesto, otras para hacer alpinismo, patinar, correr, saltar o entrenar, y las demás para uso casual. Pero, ¿cuál es la diferencia?
Las zapatillas de correr, por ejemplo, “siempre tendrán una malla para la transpiración”, explica Amber González, vendedora de la tienda Sport Line America.
Las zapatillas para correr, explica, tienen la tracción necesaria en la suela y una cámara de aire o amortiguadores mecánicos para proveer soporte. La regla general, según dice, es “entre más distancia se corra, menos amortiguación y peso debe tener la zapatilla”.
Las zapatillas para patinar, explica, son duras y poco flexibles para que aguanten el contacto constante con la lija de la patineta. “Además, son bien anchas, para que lleven más acolchonamiento, e igual que las zapatillas para correr, lleva una cámara de aire para amortiguar”.
Manuel González, de Champs Sports, explica que las zapatillas para jugar tennis llevan un pivot para facilitar los giros.
Según Manuel González, “una zapatilla sin flexibilidad en la punta ni mallas, con una suela sencilla y sin diseños especializados para apoyo, es para vestir: no sirve para practicar ningún deporte”.
