Una audición para la vida

Una audición para la vida
Morales toca la viola en la Orquesta Sinfónica Nacional y con el grupo C3 String Quintet.

Al caminar por el barrio en donde creció, el músico Luis Morales se siente respetado. Pero no siempre fue así. Cuando era niño le daba vergüenza que lo vieran con su violín en Nuevo Colón, Sabanitas.

“En ese tiempo era como decir que en vez de ser futbolista quería ser bailarín de ballet. Para ellos [sus vecinos] hacer música era ser rapero y yo escogí el violín, que para ellos es música de gente adinerada”, rememora Morales, quien creció en un barrio en riesgo social y hoy -con 28 años- es el director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Colón San Miguel Febres Cordero.

A ese colectivo musical ingresó siendo adolescente. Su papá -músico de la época de los combos nacionales- y su mamá -dedicada a la música en la iglesia- sembraron en él la curiosidad por este arte. “Mis juguetes en Navidad eran instrumentos musicales”, recuerda.

Entonces llegó el día cuando su papá le dijo: “aquí está tu instrumento”. Era la viola. Después, lo inscribió en un proyecto musical dirigido por el profesor Felipe Hudson (q.e.p.d.), en Colón.

Era el mismo tipo de iniciativa que Morales dirigiría 10 años después, pero eso aún no lo sabía.

“Desde ahí comencé con la música en sí, con la viola, y a partir de 2005 tomé la decisión de meterme de lleno”.

“Cuando era chiquito me daba pena salir con mi violín. Vivía en un barrio que se llamaba Nuevo Colón en Sabanitas”.


Luis Morales
Director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Colón

Ahora lo ve claro, pero cuando acababa de recibir el título de bachiller en comercio, del Instituto Bilingüe Jiménez Garay (Santa Rita, en Colón), en 2003, el futuro músico empezó a estudiar Banca y Finanzas.No fue sino hasta que su profesora de Estadística le hizo ver que podía vivir de la música, que se tomó en serio el pentagrama. “Eso quedó allí en mi cabeza [y hace como si atornillara la idea en la sien] y pensé: ‘de verdad”.

Un camino en círculo

Cuatro años después de que Luchito -como le conocen sus amigos- se fuera de Colón e ingresara al Conservatorio Nacional en la ciudad de Panamá, la vida le haría dar una vuelta en U.

Entre julio y agosto de 2009, Morales estaba en un curso de verano en el Berklee College of Music en Boston, Estados Unidos, gracias a una beca que se ganó en el Festival de Jazz de Panamá. Su intención no era volver.

“Hice una audición para quedarme allá porque en ese tiempo todos los panameños que iban y que pertenecían a la Fundación Danilo Pérez se quedaban. Esa era mi visión, pero no me salió la beca. Fue una desilusión total”, rememora.Era el camino hacia otro tipo de audición, una que lo llevaría a cambiarle la vida a los chicos de las comunidades en riesgo de Colón. Al día siguiente de su regreso de Boston recibió una propuesta para dirigir la orquesta San Miguel Febres Cordero.

Cuando Morales asumió ese reto, eran 12 los estudiantes que formaban la sinfónica. Hoy son 90, entre niños y jóvenes instruidos por 5 profesores, los que conforman 2 orquestas, una inicial y una avanzada, que es la que Morales dirige.

Aunque Morales volvió a audicionar -esta vez ganando la beca parcial para la licenciatura en Boston- la falta de recursos para poder viajar (o tal vez la vida misma) lo hizo quedarse con los chicos a los que había empezado a encantar con la música.

Al día de hoy, su mayor satisfacción es ver cómo la música cambia a las personas. Y recuerda el caso de un estudiante con problemas de conducta, que fue expulsado del colegio, pero que permaneció en la sinfónica.

“Él, a través de la música, fue mejorando su comportamiento, su conducta. Su actitud de agresividad y de irrespeto fue disminuyendo y se fue convirtiendo en una persona más noble, más sensible, más atenta, menos distraída”, dice complacido.

Como él, varios de los estudiantes que dirige Morales vienen de barrios en riesgo social, pero “del ambiente en el que ellos viven han cambiado muchas cosas”, según el artista.

“Ya los miran con respeto. A veces lo paran en la calle y dicen: 'tócame una melodía que estoy estresado’. Son protegidos. Ya no lo ven como una burla”, afirma.

Soñar y trabajar

Cada día, Luchito lee la Biblia, ora, asiste a su práctica con la Orquesta Sinfónica Nacional, desayuna, viaja a Colón a dirigir la orquesta juvenil, almuerza y va a la universidad.

Las ensayos con C3 String Quintet, quinteto del que es parte desde 2011, encuentran un espacio entre la Sinfónica Nacional y la de Colón y los del coro Hijos del Rey en el que también trabaja llevando música a hospitales, cárceles e iglesias.

Con una agenda tan apretada se podría adivinar que sus aspiraciones son altas, pero Morales las guarda para él. “A veces uno sueña muchas cosas y muchas no se cumplen. Quisiera llegar a la mayor cantidad de gente con la música, que un ser humano cambie por la música. Lo demás es valor agregado”.


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