La tan mentada nueva tecnología, la que de acuerdo con los tiempos, nunca le ha faltado a la humanidad, posee cosas maravillosas, pero a su vez ha hecho desaparecer ciertos oficios y costumbres, lo que no ha debido suceder.
Así por ejemplo, hoy poco se habla con nuestros semejantes como se hacía a través de los viejos teléfonos, hoy se oye y sobre todo todo se obedece a los discos, a las grabaciones, a las musiquitas, a "deje su mensaje después del tono" y demás. Pero el otro interlocutor nunca logra aparecer.
Lo mismo ha sucedido con las cartas, con los correos, con los apartados. Ya no se escriben cartas, ni se pesan, ni se pregunta cuánto va a costar su envío hasta el determinado país al cual se va a dirigir, ni se compran estampillas ni se coleccionan ni se pegan en álbumes, ni se intercambian ni se reúnen las asociaciones de coleccionistas de estampillas a cambiar experiencias acerca de ellas, ni casi se usan los apartados de correo que tan solo sirven para que sin nuestra autorización, nos los llenen de propaganda que casi nadie suele leer.
Los correos como medios de comunicación, nacieron 500 años a.C. Algunas obras dicen que Ciro el grande fue quien invento los correos. En el África sus habitantes se intercomunicaban con tambores, lo que se llamaba el tam tam. En Egipto y Asiria se usaron las tabletas de arcilla grabadas. Otros autores refieren que no fue Ciro sino Alejandro Magno, el primer creador del servicio postal. Más tarde también se usaron las llamadas postas, en donde eran los caballos y sus jinetes los encargados de hacer llegar las noticias a los sitios señalados.
En nuestra América primitiva, los incas y los aztecas, dos de las más avanzadas civilizaciones que aquí existieron, usaron corredores que entrenaban desde niños con el fin de que llevasen los mensajes que había que entregar. Eran los llamados chasquis por los incas, se valían de hilos de diferentes colores, que anudaban para cuando había que hacer llegar cifras (ellos no contaban como nosotros). Cuando Pizarro, el conquistador de Perú llegó con sus tropas, los chasquis ya habían comunicado su presencia antes que llegara a la capital del imperio inca e informaron a sus jefes del número de soldados, haciendo un nudo por cada uno.
La forma en que se apretaban las ropas los comunicadores aztecas indicaba si las noticias eran favorables o desfavorables. Al llegar a sus destinos las autoridades aztecas los incomunicaban del resto del pueblo, hasta comprobar si lo que decían era cierto o si era falso los mataban, algo que según nuestras nuevas leyes casi lo quieren hacer con nuestros medios de comunicación, así sea muy cierta la información, ¡y después dicen que no progresamos!
Los monjes de la Edad Media usaban pergaminos como cartas y en ellos se escribían. Se dice que los buzones, otra especie en vía de extinción, aparecieron en Francia en el siglo XVII.
Las estampillas según algunos escritos fueron inventadas en Inglaterra, pero otros prefieren decir que fue en Irlanda. Las tarjetas postales son creación estadounidense. Los sobres también fueron obra inglesa.
Hablando de otro tema muy diferente, queremos aprovechar la ocasión para manifestar nuestra insatisfacción ante el nuevo crimen que contra esta ciudad significa, si es que es verdad (por Dios y todos los santos que no lo sea) del traslado de la estatua de Vasco Núñez de Balboa, dizque por causa de la franja costanera. Uno de los pocos sitios bellos que aún quedan en esta sufrida capital, va también a desaparecer. Ojalá no sea así, pero sospechamos que vendrá en ese lote que va a quedar vacío otro rasca-infiernos como yo lo suelo llamar y no rascacielos. Y que siga el falso progreso acabando con árboles, belleza, atractivos, reposo, calma y demás. ¡Qué horror! ¿a dónde iremos a parar?
En contestación a la pregunta de Claudio Saavedra Sabattini ¿sobre si Augusto Pinochet estuvo en la Escuela de las Américas? La respuesta es no.