Los guardianes de la danza del cucuá en las montañas coclesanas

Los guardianes  de la danza del cucuá en las montañas coclesanas


A poco más de dos horas de la ciudad de Penonomé, Coclé, y siguiendo un camino de tierra se encuentra la comunidad de San Miguel Centro, donde residen personas que tienen que caminar largos trayectos para llegar a un centro de Salud o a una abarrotería.

Allí un grupo de personas se unió desde hace unos años para proteger y preservar el gran "tesoro" que identifica a esta comunidad: los diablicos cucuás.

La danza de los cucuás estaba en peligro de desaparecer para el año de 1989, casi nadie la practicaba y había escasez del material principal para la confección de su vestuario, un árbol que lleva el mismo nombre, cucuá.

Para conseguir este árbol había que adentrarse a las montañas y cargarlo al hombro por horas, rememora José de la Cruz Vargas, presidente de la Asociación Cultural Ecológica y Artesanal de los Cucuás, grupo fundado en 2004.

Patrimonio

La danza de los cucuás es una tradición que forma parte del patrimonio cultural inmaterial de Panamá.



 

Hoy, el panorama es un poco más alentador. Cuentan con tres grupos que bailan la danza, integrados por niños, jóvenes y adultos, comparte la artesana Marisol Ovalle, miembro de la asociación.

Uno de estos chicos que disfruta de la tradición y que no dudó en demostrarlo es Óscar Morán, de 9 años. Se unió al grupo hace un año y dice sentirse orgulloso cada vez que sale al escenario a hacer una interpretación.

Es una tradición familiar. Su padre y sus hermanos han bailado desde siempre, relata con cierta timidez, mientras seca el sudor que corre por su frente minutos después de quitarse la máscara que acompaña el vestido cucuá.

Por este lado se ha avanzado, reitera de la Cruz Vargas, en voz baja y con una mirada fija hacia el sereno paisaje que rodea su pueblo.

Los pasos logrados por estos artesanos son largos, pues su inquietud y su preocupación por la escasez de la materia prima para la confección del vestuario cucuá los llevó a introducirse más a las montañas coclesanas en busca de la fórmula para plantar más árboles.

Después de varios años y de fallidos intentos encontraron la forma de cultivar el árbol a través de su semilla. "Hay que extraer la semilla de la parte que es carnosa y ponerla a secar para luego hacer el semillero... es un trabajo complicado", detalla. No es un proceso sencillo.

Actualmente poseen entre 3 mil y 5 mil árboles cucuás en tres fincas de la zona.

El mundo que encierra esta danza es amplio, pues esta tradición, que forma parte del patrimonio cultural inmaterial del país, abarca una costumbre que se inicia desde el momento en que se va a cortar el árbol cucuá para la elaboración del atuendo hasta la representación en el escenario.

Los cucuás seguirán danzando

Sin importar el fogaje del sol de la media mañana, Emerito Junier Morán, de 10 años, lucía con satisfacción un vestido de tela áspera en color crema y con diseños triangulares en tonos rojo, amarillo y negro. Mientras que su cabeza la cubría una máscara.

Para este pequeño la escena no significaba mayor sacrificio si el objetivo era lucir el vestuario que se usa para interpretar una de sus grandes pasiones a su corta edad: la danza de los cucuás.

Esfuerzo

La danza de los cucuás de San Miguel Centro ha tenido dificultades de preservación, pero ha logrado mantenerse.



Cuando llega la hora del descanso se sienta, y aunque la timidez lo invade, reitera que le encanta esta danza y que "si Dios se lo permite" seguirá bailando por muchos años más.

"Es una tradición de mi pueblo y debe seguir viva", expresa mientras esboza una sonrisa leve, en el local de la Asociación Cultural Ecológica y Artesanal de los Cucuás de San Miguel Centro (Penonomé, Coclé), tierra de la danza de los cucuás.

Si bien es cierto que esta danza ha logrado grandes avances de preservación, aún necesitan apoyo para seguir protegiendo esta tradición, según el proyecto Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de Panamá, del Ministerio de Comercio e Industrias.

No obstante, miembros de la asociación recalcan que poco a poco han ido logrando progresos a favor de su danza y que continuarán con esta labor de preservación, pese a que están conscientes de que no es una tarea fácil.

En este sentido, están claros en que aún tienen que atraer a más danzantes para que aprendan el baile y también que se formen en las técnicas de elaboración del vestuario, porque tampoco es un proceso sencillo.

Historia

Antes de avanzar con los detalles de esta tradición, José Emiliano Morán, miembro de la Asociación Cultural Ecológica y Artesanal de los Cucuá, narra que según la historia esta danza es de origen indígena, quienes primero se asentaron en Chiriquí y luego en Veraguas hasta llegar a las zonas montañosas de Coclé, donde se establecieron y practicaron la danza.

En el libro Panamá Indígena de Reina Torres de Araúz se narra que el vestido cucuá sobrevive solo en la región coclesana y que tuvo una difusión amplia en el siglo pasado. "Hay regados por distintos museos de Europa y Norteamérica algunos ejemplares de ellos, recogidos por viajeros en Chiriquí y Veraguas", apunta el libro.

Atuendo

El vestido consta de una camisa, pantalón, bastón y una máscara, y su confección se inicia desde que se busca el árbol de cucuá, acota José de la Cruz Vargas, presidente de la Asociación Cultural Ecológica y Artesanal de los Cucuá.

El proceso es largo. Puede durar un mes o más, continúa la artesana Marisol Ovalle, mientras sostiene una máscara cucuá.

Hay que sacar la corteza del árbol y con una maseta o pedazo de palo se le golpea para que la textura quede suave, explica Morán.

Técnicas

El proceso de elaboración del vestuario cucuá no es sencillo y por eso requiere del apoyo de varias personas.



En este paso hay que tener cuidado con la resina que emana el árbol, ya que es fuerte y si se trabaja demasiado, los dedos pueden llegar hasta sangrar, advierten los artesanos.

Luego de tener el lienzo, se cocina en agua "para salvarlo"; así denominan al hecho de que se puede percudir si el Sol no está lo suficientemente caliente.

Una vez está seco se corta el vestido para empezar a tallar y a pintar, continúa Ovalle, sosteniendo una hoja del árbol cucuá.

Cuentan que la pintura que usan también es natural, pues la obtienen de plantas, vegetales y raíces.

Por ser un trabajo complejo, para la elaboración de los trajes trabaja casi todo el grupo; unos pintan, otros cosen y así sucesivamente.

Una vez se tiene el vestido listo hay que tener presente los cuidados que se deben tener con la pieza; no se puede mojar y debe guardarse en un lugar seguro. No obstante, es normal que el color se vaya perdiendo a causa del sudor y el sol.

En el escenario

Para ejecutar la danza de los cucuás el proceso es sencillo, incluso los niños más pequeños con el simple hecho de ver a los más grandes van captando los movimientos, asegura Morán, quien también es instructor de la danza.

La danza debe contar con un número impar de integrantes, es decir, que pueden ser 9, 11 o 13, ejemplifica el artesano.

Los danzantes entran con bastón en mano, dan una vuelta y quedan en posición para iniciar la presentación, la cual consiste en una vuelta en corazón y redondillas moviéndose al son de la caja, el violín y el tambor, explica Morán, quien tiene más de 20 años en esta faena.

Cada grupo siempre tendrá las figuras de un diablo mayor, el teniente y los capitanes que son los jefes de fila, menciona en voz alta.

Presencia

En 2008 se creó la Ley 68 del 14 de noviembre que instituyó el Festival de la Danza de los Cucuás, actividad que debía celebrarse el día del Corpus Christi en Penonomé, es decir, en junio.

Empero, para este mes las lluvias no dan tregua y el camino no se presta para que los invitados llegaran con facilidad a San Miguel Centro. Por esta razón los artesanos decidieron cambiar la actividad para el mes de marzo, sin tener una día fijo, detalla Morán.

No obstante, a pesar de que el grupo no efectúe el festival en la fecha del Corpus Christi, los danzantes van al pueblo de Penonomé y ofrecen una presentación para esta fecha.

En tanto, de la Cruz Vargas resalta que la Ley 68 detalla una partida de 10 mil dólares anuales dentro del presupuesto del Instituto Nacional de Cultura para la promoción y celebración de este festival, que se empezó a realizar en 2006 con el esfuerzo de los artesanos y desde el 2009 recibe el apoyo estatal.

Con todos los avances que han logrado, están seguros de que mientras ellos estén vivos y los chicos que se inician en la danza de los cucuás sigan con ese amor por la tradición, así mismo "se mantendrá con vida la danza".

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