El pasado 6 de enero, fue el último adiós a Madelag. Familiares, amistades y miembros de la comunidad literaria se reunieron en la iglesia Nuestra Señora del Carmen, para despedir a la creadora de un cúmulo de cuentos y personajes fantásticos que hoy se perpetúan como legados de su espíritu franco.
Conocida por muchos como Doña Manuelita, Emelia Manuela Alemán cerró los ojos el pasado 2 de enero. Su cuerpo, endeble por el paso de los años, ya no podía seguir el galope de su interior juvenil y festivo.
“Es una pérdida para el país”, rezan algunos comentarios en redes sociales, escritos por seguidores de su larga trayectoria, que se inició en 1941 como cronista de sociedad en el diario Panamá América.
Emelia Manuela Alemán se destacó en diversos ámbitos profesionales como relacionista pública en la empresa privada, como socia fundadora del Sindicato de Periodistas de Panamá y también como directora promocional en el Instituto Panameño de Turismo, por ejemplo. Sin embargo, fue en la niñez y en la escritura en donde encontró su mayor regocijo, afirmó la autora en entrevista con este diario el año pasado.
Sus hijos, Meli, Javier y Edna, así como los niños del barrio y los canillitas concurrentes a las cercanías de su trabajo como periodista fueron fuente de inspiración que hoy se traducen en decenas de historias insólitas.
En 1958 obtuvo una mención honorífica en el certamen nacional de literatura Ricardo Miró con la obra Rombos y su única novela, La casa cuenta su historia, relata las incidencias de un viejo caserón del corregimiento de San Felipe, en donde vivió durante los años de 1920.
En julio de 2015, Madelag fue homenajeada por la Oficina del Plan Nacional de Lectura del Instituto Nacional de Cultura, conjuntamente con la Biblioteca Nacional y la Academia de Literatura Infantil y Juvenil. Tenía 96 años de edad.
Fue un acto que concurrió con la presencia de decenas de niños, integrantes del programa “Pasos seguros” de la Fundación para el Desarrollo Integral de la Mujer y la Familia, quienes entregaron a Manuelita un cúmulo de cartas en las que le contaban las impresiones que habían dejado en ellos sus obras.