Los ice cream soda de La Inmaculada, Olga no los olvidará. De joven —hace 60 años— este huequito en la avenida Justo Arosemena, en el barrio de La Exposición, era el punto de reunión con sus amigas. "No era lugar de citas (dates), allí íbamos a comer helados, emparedados... si íbamos a hacer mandados, parábamos y nos reuníamos a charlar", recuerda.
Como tenían servicio hasta los carros (las señoras prensaban las bandejitas en la ventana del auto) era cómodo: "nos atendían las muchachas, que hasta conocían nuestros nombres y cómo nos gustaba que hicieran las cosas", cuenta Olga.
Para Anyvonne Poveda Sierra, de 34 años, lo mejor de La Inmaculada eran los "no me olvides" de chocolate con malva. "Cuando trabajaba cerca hace un par de años, en horas de almuerzo, al menos dos veces a la semana un compañero del trabajo iba y buscaba comida. A veces llamábamos de antemano para que nos tuvieran todo listo".
¿Su favorito? Las hamburguesas con carne hechas en casa, que ya Anyvonne no comerá más: La Inmaculada se fue; cerró sus puertas esta semana.
Marycarmen de Cachafeiro, administradora, no quiso dar detalles al respecto, solo que la familia de su esposo fue la propietaria del negocio por los últimos 31 años (La Inmaculada nació hace 64 años, pero tuvo dos dueños antes que ellos la compraran, un español y un griego. No sabe más detalles).
Ella asegura que el "no me olvides", una mezcla de helado, bizcocho y sirope, inició con ellos.
¿Qué hizo que los helados de esta pequeña cafetería/minisúper fueran tan populares? Ella opina que la clave estaba en los siropes, de receta casera (solo cuatro personas la conocen), y que utilizaban solamente productos nacionales.
VEA 3B

