FIESTA I Hace unas semanas llevé a mis hijos a un cumpleaños. Como es común, la payasa organizó juegos, algunos involucrando a los padres. Usualmente no participo, pero mi hijo Francisco, el mayor, quería jugar conmigo, así que decidí ser parte del juego de las horquillas. Y lo que vi me asustó.
JUEGO I Las instrucciones fueron claras: mientras que el niño se quedaba parado, la mamá corría hacia una mesa, agarraba una horquilla, corría de vuelta hacia el niño y prensba la horquilla a la ropa, una a la vez. No habían terminado de explicar cómo jugar cuando una mamá le decía, a toda voz, a su hijo de cuatro años que no se preocupara, que ellos iban a ganar porque harían trampa. Comenzó el juego y, tal como predijo, la mamá tramposa ganó. La payasita se hizo de la vista gorda y de oídos sordos. Por supuesto, Francisco me preguntó: "Mamá, ¿por qué no hicimos trampa para ganar"? Y le contesté que porque no era lo correcto, uno siempre debe ser honesto y las personas mentirosas luego pagan sus consecuencias. "Entonces, ¿por qué premian a los tramposos?" Y no supe qué contestar.
CRISIS I ¿Cómo podemos criar niños honestos en una sociedad de "juega vivos", donde ser tramposo paga y ser honesto no? La verdad, no sé. La persona que no se adapta a una sociedad queda rezagada, y si se une, crece sin valores, sin sentirse bien consigo mismo. En este caso ni siquiera encuentro un punto intermedio, ese happy medium tan común hoy día.
DECISIÓN I Después de mucho darle vuelta al asunto, he decidido que, al menos yo, voy a intentar cambiar la sociedad. Sí, seré idealista, pero mi conciencia no permite dejar pasar por alto este tipo de conductas, ni que mis hijos aprendan a ser tramposos; sencillamente, no puedo aceptarlo. Es difícil enfrentar al tramposo —cosa que debí hacer el día del cumpleaños y no hice— pero me he hecho el propósito de hablar, de reclamar y no dejar que el "juega vivo" vuelva a ganar. Si todos los padres hiciéramos lo mismo, contribuiríamos con nuestro granito de arena a construir una sociedad mejor. Y granito a granito, se hace el montón.