CUESTIONAMIENTO I "Mami, ¿por qué Dios creó las palabras sucias?". Me quedé fría. Esa fue la pregunta de mi hijo Francisco, de cinco años, luego que en medio de un tranque yo insultara a un taxista que casi nos choca. El silencio, antes de que le respondiera, duró varios segundos, hasta que le contesté que Dios no las inventó, sino los hombres, y que son palabras feas que no se deben repetir. "Mami, entonces, ¿por qué los hombres inventaron las palabras feas?". Y hasta allí llegó mi sabiduría para responder.
DIOS I Esta conversación sobre Dios ya la habíamos tenido (queda para otra columna), igual que la de las palabras que no se deben decir, pero este giro a su interrogante era nuevo. Usualmente no soy boquisucia delante de mis hijos, pero admito que de vez en cuando —como ese día— el insulto me salió de la nada, fue incontrolable. Me di cuenta a mitad de camino y así mismo dejé la frase, pero el radar que estaba sentado a mi lado lo detectó.
ABSORBEN I Francisco, al igual que la mayoría de los niños, es una esponja: todo lo capta, y luego todo lo pregunta. Y todo le afecta. Y esto de las palabras sucias lo tiene mal. La primera vez que lo conversamos me preguntó que por qué no se debían decir. Intenté explicarle que porque no sonaban bien. Entonces me sacó un montón de palabras que a él no le gustaban cómo sonaban (entre esas excusado, por cierto). ¿No debía decir esas?Intenté decirle que la sociedad, esa masa de gente que somos todos, había decidido cuáles eran las palabras que no se debían decir. Eso fue hace cuatro meses, pero obviamente el tema no salió de su cabecita. Como no he sabido qué más decirle, solo me toca cuidar en extremo mi vocabulario, y advertirle a los demás que también lo hagan, porque si no, tendrán que buscar una explicación lógica de por qué las dicen.