Cuando Carlos y Diana Spencer se casaron en 1981, 700 millones de personas vieron el enlace real ("la boda del siglo", dicen muchos) por la televisión, un millón de curiosos abarrotaron las calles de Londres y la lista de invitados sobrepasaba los 3 mil. El costo superó los 2 millones de dólares.
A la segunda boda del príncipe heredero de la corona británica — el próximo sábado— con Camila Parker Bowles, ni siquiera asistirá su madre.
En esa ocasión, tal cual cuento de hadas, Lady Di y Carlos llegaron a la catedral de San Pablo en un carruaje tirado por caballos; él vestía de comandante naval, ella de seda con cola de 7.5 metros.
Esta boda, a las 11:30 a.m.hora de Londres (7:30 a.m., hora panameña), será sólo por lo civil, en un cuarto del ayuntamiento de Windsor, con 30 personas mirando el enlace (sin cámaras de TV, solo se transmitirá vía internet). Las autoridades locales cobran unos 600 dólares por oficiar un matrimonio civil, y alquilar el ayuntamiento cuesta 295 dólares la hora, según la agencia EFE.
Posterior a la ceremonia, se dará un servicio religioso en el castillo de Windsor, a las afueras de Londres, que oficiará el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams.
Sobre el enlace
Al Ayuntamiento acudirán los hijos de Carlos y de la fallecida Diana de Gales, Guillermo y Enrique, al igual que Tom y Laura Parker Bowles, hijos de Camilla.
Guillermo y Tom, ahijado de Carlos, serán los testigos de la boda, que no se alargará más de 20 minutos, y en la que también estarán presentes los hermanos del heredero, los príncipes Andrés, Ana y Eduardo, y el padre de Camilla, Bruce Shand.
Una vez declarados marido y mujer, se dará una misa de bendición del enlace, que sí se televisará en directo al país. El servicio religioso lo oficiará el primado de la Iglesia de Inglaterra y arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, en la capilla de San Jorge del cercano castillo de Windsor.
La misa debe durar 45 minutos, y a ésta asistirán 750 invitados, entre estos la madre del novio.
Ha sido una boda que casi no ser realiza, plagada de malos agüeros.
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