Tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma; rituales y actos festivos; así como las técnicas artesanales tradicionales son algunas de las tantas manifestaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI).
En la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), realizada en 2003, en París, Francia, los países miembros se comprometieron a la custodia, amparo y garantía del PCI de sus comunidades.
Tomando en cuenta estos puntos de la Unesco, en Panamá se realiza el primer Congreso Internacional del PCI y entre los temas tratados están los retos para la salvaguardia de este patrimonio.
Son varios los desafíos y problemas que enfrenta el PCI en América Latina, han coincidido varios expositores de este evento.
Hay una falta de conocimiento y conciencia sobre esta herencia cultural. "Las nuevas generaciones no la valoran", advierte Giselle Chang, profesora e investigadora de la Escuela de Antropología de la Universidad de Costa Rica.
A este aspecto se le suma la escasez de recurso en la mayoría de los países de la región. "Todo lo que tiene que ver con el PCI se deja relegado", asegura.
Otro reto, añade, es ver cómo se maneja la relación patrimonio cultural inmaterial y turismo cultural.
El turismo llega a ser una amenaza cuando las personas de las comunidades no toman sus decisiones y las empresas turísticas trabajan solo para ganar como empresas. "Cuando es un asunto de mercado, sin tomar como prioridad la identidad cultural", explica.
En esta lista de retos también se incluye la brecha económica en cuanto a la comercialización de este patrimonio, considera Ruth Ross, socióloga ecuatoriana con una formación en gestión del PCI.
Por ejemplo, en Ecuador los tejedores del sombrero de paja toquilla venden sus piezas a mil dólares y los intermediarios lo han llegado a vender hasta en 300 mil dólares. "No hay equidad en este punto", dice.
No obstante, para la antropóloga de la Universidad Central de Venezuela María Ismenia Toledo, el principal desafío es que las comunidades, de la mano con los organismos gubernamentales y las organizaciones no gubernamentales puedan garantizar su salvaguardia y permanencia como un ejercicio de diálogo respetuoso entre los individuos, grupos, sociedades y culturas.
Pasos en el rescate del Patrimonio Cultural Inmaterial en Panamá
Desde 2011 arrancó el proyecto Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de Panamá (PCI). Han pasado ya cuatro años y si bien es cierto que se ha avanzado en este iniciativa, aún hay un extenso camino por recorrer en este viaje.
Así lo dio a conocer Emma Gómez, coordinadora encargada de este proyecto, en el primer Congreso Internacional del Patrimonio Cultural Inmaterial, realizado en el país esta semana.
Desde la perspectiva de la convención de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ( Unesco, 2003), que fue aprobada por Panamá en 2004, hay que confeccionar un inventario participativo de patrimonio cultural inmaterial, remarca Simión Brown, coordinador de contenidos y traductor del proyecto.
Esta convención también solicita hacer un registro de quienes conocen las lenguas indígenas y las historias que cuentan sobre ellas, añade Brown.
Gómez comparte detalles generales del patrimonio inmaterial en el país y sobre este proyecto, desarrollado por el Ministerio de Comercio e Industrias.
¿Cuál es el objetivo de este congreso de PCI?
Como país, debemos rendir cuenta de lo que hasta ahora se ha trabajado. La parte del inventario que se ha hecho del proyecto Salvaguardia. Compartir nuestro inventario y que los otros países nos digan cómo ellos han hecho los suyos. Compartir lo que se ha hecho en el tema de salvaguardia.
¿Dónde radica la importancia del PCI?
Es identidad. Es lo que nos dice quiénes somos y está en cada una de las personas. El problema está en no saber reconocer el PCI y pensamos que solo está integrado por nuestras formas culturales. Es toda nuestra tradición de historia y costumbres.
¿Cuáles son los avances del proyecto PCI?
Hemos recorrido los congresos de algunas comarcas. Se ha abarcado parte de la etnia Emberá y la comarca Guna. De cada uno de estos lugares se han hecho registros impresos y digitales. Aún falta llegar a los Bri Bri, Ngäbe, Naso y Buglé. Del país en general nos falta la mitad, entre ellos las provincias de Herrera, Veraguas y Chiriquí.
¿Cuándo Panamá va a entregar las listas del inventario?
La ventaja con la Unesco son los informes parciales. Nosotros vamos a a entregar un informe parcial de lo que fue la primera etapa del proyecto, es decir, un avance de lo se ha recogido en inventario hasta ahora y decimos qué falta y qué no. Tenemos hasta el 31 de marzo de 2016 para entregarlo.
¿Cuáles son los retos de salvaguardia del PCI en Panamá?
Tenemos un reto grande como proyecto. Todo lo que estamos grabando y evaluando tiene que llegar a la comunidad. No es guardar dos ejemplares en una biblioteca. Todos deben tenerlo y que le sirva para estudiar su cultura. Pero el reto más grande que tiene el país es fundamentalmente hacer políticas culturales, de Estado e institucionales.
¿Qué incluirá Panamá en estas listas de la convención?
Aquí no se inscriben objetos. Por ejemplo, se inscriben las técnicas con las que se confecciona un sombrero. Estamos trabajando en las molas, en el Corpus Cristi y la cultura congo. Hay que explicar qué está haciendo Panamá en ese sentido, si es viable. Tiene que quedar claro que hay un compromiso del país por preservar ese patrimonio para entonces ellos admitirlo en alguna de las listas.
¿Considera que estamos frente a un empobrecimiento mundial de la diversidad cultural?
Creo que todas las épocas han tenido crisis. Indudablemente que la globalización influye mucho porque al ver la tecnología, los grupos tratan de imitar todo lo que ve. La situación no está ni mal ni bien, siempre ha habido influencia en todas las manifestaciones culturales.
¿Qué alcances tiene la Ley 35 de 7 de julio de 2004 ?
Esta ley es exclusivamente la ratificación de la convención en Panamá (2004), pero no está reglamentada, es decir, no dice quién hace qué y qué le corresponde a quién. Estamos trabajando en este punto.