Al autor de la letra del Himno Nacional de Panamá se le conoce y menciona desde siempre como Jerónimo de la Ossa, cuando añejos documentos que datan de antes del Panamá convertido en República lo registran de una forma más sencilla: Jerónimo Ossa.
Misivas de la Junta de Gobierno Provisional, publicaciones en el Heraldo del Istmo y hasta su acta de matrimonio le citan como “Jerónimo Ossa”.
Ya en 1949, cuando el 15 de diciembre la Asamblea Nacional aprueba la Ley 34 que adopta los símbolos del país, se aseguraba que “Jerónimo de la Ossa” era el responsable de los versos del himno.
Similar situación se suscitó con la hermana de Jerónimo Ossa, María Ossa de Amador, encargada de confeccionar las primeras dos banderas panameñas, anotada como “María de la Ossa de Amador”.
En algún momento, quién sabe cuándo, se introdujo el “de la” antes de “Ossa” y así quedó para la historia, comenta Vladimir Berrío-Lemm, director de la Comisión Nacional de los Símbolos de la Nación, que fue establecida en 2012 y desde entonces ha ido atrás en el tiempo a través de los documentos centenarios que se conservan en el Archivo Nacional, acervo bibliotecario, hemerotecas y colecciones en el extranjero, para escudriñar el origen de la bandera, escudo y el himno de Panamá.
Y tras años de estudio, se han encontrado con otros detalles erróneos y episodios inéditos del devenir de los símbolos patrios.
El himno primitivo
El 20 de julio de 1897 el Colegio de la Fe de Panamá acogió una velada especial para el estreno del Himno a Bolívar. Era una composición poética que el entonces secretario de Instrucción Pública del Departamento de Panamá, Juan Agustín Torres, escribió en honor al Libertador y que puso en manos de Santos Jorge para que dotara los versos con música.
Cuando Santos Jorge, maestro musical en la Iglesia Catedral y futuro director de la Banda Republicana, terminó la partitura para la pieza de Torres, le puso Himno Istmeño.
En los siguientes años el himno se interpretó en más ocasiones, aunque solo de forma instrumental. La gente empezó a escucharlo y recordarlo.
Hasta que el 18 de julio de 1904, Santos Jorge adaptó la versión de piano de su Himno Istmeño para banda, lo hizo más extenso y lo tocó como el himno del país naciente junto a la Banda Republicana durante la ceremonia de presentación de credenciales del diplomático de Costa Rica. Y el público reconoció la melodía y la recibió con agrado. Lo ovacionó con “patriótico entusiasmo”, describe el libro Historia de los Símbolos de la Patria Panameña de Ernesto J. Castillero.
Unos meses antes, en diciembre de 1903, en la ceremonia de las credenciales del primer representante de Estados Unidos (EU), el protocolo indicaba que se debía interpretar el himno de Panamá, que no existía, y ante el vacío musical, Santos Jorge tocó un fragmento de la opereta la Marcha de Hiawatha, de Samuel Coleridge-Taylor y Henry W. Longfellow. Por eso preparó una versión más amplia de su Himno Istmeño para interpretarlo cuando se presentara la oportunidad.
El “himno provisional” se continuó interpretando hasta que fue elegido en un concurso en la Plaza de Santa Ana, ya con la letra de Jerónimo Ossa incorporada. Finalmente fue adoptado por la Ley 39 de 1906.
El origen del Himno Nacional no se conocía con tantos detalles, resalta Berrío-Lemm, empezando por el nombre de aquel Himno a Bolívar que dio pie al “himno primitivo” de Panamá.
Los líos del escudo
Los libros de historia concedían los créditos del escudo nacional a los hermanos Nicanor y Sebastián Villalaz. El primero lo ideó y el segundo lo ejecutó sobre lienzo. No se mencionaba nada del docente y pintor alemán Max Lemm.
¿Quién fue Max Lemm? Resulta que en noviembre de 1903, ya con la campaña separatista recién concretada, se convocó a un concurso para escoger un escudo de armas en honor al nuevo país. Nicanor Villalaz tenía en mente una propuesta, pero hacía falta que alguien la materializara sobre papel y la dotara de colores. Como su hermano Sebastián, artista, se encontraba residiendo en Ecuador, Nicanor acudió a Max Lemm, a quien conocía por su trabajo en el Colegio del Istmo. Le explicó que Ricardo Miró había acordado trazar unos esbozos del escudo que tenía en mente, pero que aquello no cuajó.
Eran las 10:00 p.m. del 7 de diciembre cuando Lemm recibió a Villalaz en sus aposentos, y a las 8:00 a.m. del 8 de diciembre el diseño estaba listo. La fecha límite para concursar había pasado (28 de noviembre), pero Nicanor igual presentó su escudo ante el jurado, que aún no se decidía por ninguna de las 102 propuestas que se inscribieron y terminó decantándose por el concepto de Villalaz.
No obstante, las autoridades recomendaron al dúo Villalaz-Lemm aplicar unas modificaciones al bosquejo, entre ellas cambiar el lema que decía “Paz, Libertad, Unión, Progreso”, por “Pro Mundi Beneficio”.
Tiempo después se solicitó plasmar el escudo aprobado a un formato más grande en óleo y de ello se encargó Sebastián Villalaz, ya de regreso al país.
Por tanto, Nicanor Villalaz tuvo la idea, Max Lemm la plasmó por primera vez y Sebastián Villalaz la pintó luego sobre el lienzo.
Así se contó los primeros años, hasta que poco a poco el nombre de Max Lemm fue desapareciendo de los libros y de la memoria general.
Ya para 1960 se había omitido su papel en la realización del escudo nacional, acota Berrío-Lemm, bisnieto de Max Lemm.
Solo publicaciones esporádicas en periódicos y revistas rescataban la figura y labor de Max Lemm en los albores de la República, hasta que en 2012, por medio de la Ley 2 del 23 de enero que reforma la Ley 34 de 1949, se reconoce y registra el aporte del artista alemán en la historia del escudo.
La reforma de 2012 también permitió rescatar los detalles del escudo, tal como lo aprobaron entre 1903 y 1904, con el águila harpía, con el puente terrestre que sugiere la forma del istmo y con su pala y azadón, no con una pica o mazo, como se ha visto en documentos oficiales de las administraciones gubernamentales de turno, resalta Berrío-Lemm.
¿Y las banderas?
La historia de la bandera nacional se ha contado con más detalles. Lo hace, por ejemplo, la obra Historia de los Símbolos de la Patria Panameña de Ernesto J. Castillero.
El misterio por resolver es conocer el paradero de al menos una de las dos banderas originales que María Ossa de Amador y Angélica B. de Ossa confeccionaron el 2 de noviembre de 1903.
Se estima que la que se ondeó un día después, el 3 de noviembre, fue cremada tras deteriorase y la otra quedó bajo la custodia de Ossa de Amador hasta que se la obsequió al presidente de EU Theodore Roosevelt.
Las correcciones
Algunos de los errores o vacíos ya han sido reparados, como el caso de Max Lemm, registrado en la Ley 2 de 2012. Otros, como el de Jerónimo “de la” Ossa, aún esperan resarcirse en un documento oficial y en las páginas de la historia.
Toda la investigación que ha desarrollado la Comisión Nacional de los Símbolos de la Nación se detallará en el Manual de los Símbolos de la Nación, detalla el historiador Rommel Escarreola, integrante de la comisión.
El documento se concluyó recientemente y será publicado antes de finalizar el año o a principios de 2017.