Son las 6:45 a.m. y en la estación del Panama Canal Railway Company en corozal se comienza a disfrutar de esos amaneceres de verano que nos suele regalar Panamá.
En el único andén se encuentra el tren con destino a la ciudad de Colón. Carteles de bienvenida en distintos idiomas, y una arquitectura de antaño se mezclan con el ruido producido por el motor diesel de la locomotora modelo f40, para producir una sensación de viaje en el tiempo a una época que muchos solo hemos podido ver en fotos y películas.
El tren parte de la estación a las 7:15 de la mañana. Turistas nacionales y extranjeros son acomodados primero en el vagón Río Chagres, que destaca de los demás por tener vista panorámica. Mientras se terminan de acomodar en los puestos, el aroma del café recién colado se apodera del vagón y se da el anuncio de que el tren está por partir de la estación.
Los 3250 caballos de fuerza de la locomotora comienzan a arrastrar los seis vagones del tren. El leve movimiento ondulante del vehículo recorre una ruta de hermosos paisajes que inicia con el canal de Panamá y se adentra en los bosques del parque nacional Soberanía.
A nuestro lado viaja una pareja. Él es panameño, y ella extranjera, a ambos los acompaña una niña de aproximadamente 6 años, sobrina del señor, y que por primera vez vive la experiencia de viajar en este tren del tiempo.
La bocina irrumpe en el silencio y anuncia en los alrededores que el tren está pasando por la zona. Retomamos el lago Gatún al llegar a Gamboa. La majestuosidad de la grúa Titán atrae la atención de todos los pasajeros, los obturadores de las cámaras se disparan sin cesar para captar la imagen de esta imponente máquina e inmortalizarla antes de su inminente desguace.
La pequeña viajera también se asombra por Titán, su tío le explica la importancia de esta grúa. “Es de la segunda guerra mundial”, comenta. Pero ella intercala las miradas al paisaje que le rodea con el leve sueño generado por levantarse temprano en esta época vacacional.
Y así el viaje continúa. Bosques y lagos se van intercalando por todo el camino que bordea la ruta del Canal de Panamá. Las obras del tercer puente sobre el canal son el anuncio de que el viaje está por terminar.
Aparecen los primeros poblados colonenses. Pero lo que nuevamente atrae la atención de todos los pasajeros, al igual que ocurrió con Titán, es el paso del tren a un costado del vertedero de Colón. Un espectáculo lamentable que cierra un paseo inolvidable.
Un último sonido de la bocina del tren anuncia a pasajeros y colonenses que hemos llegado a la estación. La niña no pudo vencer en la batalla contra Morfeo, y cariñosamente es levantada por su tío.
Dos parejas de jóvenes, una trajeadas con la pollera de gala colonensa, y la otra vestida de congo, reciben a los visitantes con una amable sonrisa, y dispuestos a tomarse fotos para el recuerdo. También se encuentran taxistas y operadores de turismo dispuestos a ofrecer sus distintos planes de viaje por la provincia.