Cuando llega el verano el humor cambia. Hay algo en el ambiente, abanicado por esa brisa seca y cálida que alegra el espíritu. El sol brilla esplendoroso anunciando un renacer. Atrás quedan las nubes grises y las temporadas de desbordado frenesí mercantilista. Se van las fiestas, y vienen otras.
Desde la creación del Panama Jazz Festival con Danilo Pérez como prominente figura en 2003, el verano panameño se ha consolidado como la época idónea para relucir nuestros talentos musicales. Y también nuestros gustos, que son abarcadores: desde música barroca a clásica, pasando por rock, reggae y, cómo no, las deliciosas variaciones rítmicas del Latin Jazz.
A mediados de enero, cuando el clima hace posible los conciertos al aire libre, se inicia el cadencioso desfile. El Panama Jazz Festival hace los honores, con presentaciones en el reluciente Casco Viejo y en la Ciudad del Saber, y artistas traídos principalmente de Estados Unidos. El público que asiste refleja el carácter internacional del festival: el número de foráneos en la audiencia es igual que el de panameños. No son solo turistas, sino también residentes extranjeros, que no dejan pasar la magnífica oportunidad de disfrutar un espectáculo de clase mundial.
Las ruinas de Panamá La Vieja son el escenario escogido por el Festival de Música Antigua. Las vetustas paredes parecen revivir con los acordes de música barroca traídos al presente por cuartetos de España, Francia y México, dignos de cualquier recinto musical mundial. Son cuatro días de creación artística de primer nivel, gracias a la dedicación e interés de un grupo encabezado por la panameña Arlene Lachman.
El Canal de Panamá presenta su espectáculo de verano en las escalinatas del edificio de la Administración con artistas de talla mundial: en 2017, Juanes; en 2018, Carlos Vives. Musicalion hace las delicias de familias enteras con sus presentaciones gratuitas en el Parque Omar. Hay festivales de rock en Amador y la Cinta Costera. Es un placer sensorial disfrutar del arte sentado sobre la grama y bajo las refulgentes estrellas.
El verano musical panameño no se limita a la capital. El Concierto de Música Clásica de El Valle de Antón cumple más de 30 años celebrándose en la parroquia de la pintoresca población coclesana. El Boquete Jazz Festival es una reciente creación de residentes norteamericanos en las faldas del Volcán Barú, que atrae a miles de capitalinos y extranjeros, con agrupaciones tan icónicas como Spyro Gyra. El Bocas Fest se celebra en la Isla Colón, con los mejores expositores de calipso y reggae.
La mayoría de nuestros festivales cuentan con apoyo de la empresa privada y de algunas dependencias del Estado. El logo con la hermosa mariposa de nuestra Autoridad de Turismo aparece conspicuamente, anunciando su respaldo como patrocinadora. Me surge la duda: ¿le estamos sacando provecho como país? ¿Cómo podemos explotar este derroche de creatividad como destino turístico?
Aplaudimos a la ATP por reconocer el potencial de generación de turismo de la mayoría de estos eventos. Pero la exhortamos a ir más allá, tomando un papel protagónico en la organización del Verano Panamusical. Ese debe ser su derecho y condición como canalizadora de fondos limitados, que deben invertirse procurando el mejor retorno para el país.
Para obtener un patrocinio económico de la ATP, esta debe asignar las fechas a cada evento de tal forma que se evite su superposición y se maximice la asistencia de turistas con estadías de una semana. Además, debe ayudar a asegurar las más fotogénicas localidades panameñas, reconocibles y promovibles en el extranjero: además de Panamá Viejo y el Casco Viejo, nuevos escenarios como la cumbre del Cerro Ancón, con el canal y la fulgurante capital abajo. El concierto de fin de milenio de Rubén Blades en la cima de isla Flamenco, a la entrada del canal, permanece en la retina de todo aquel que lo vivió. Esa es publicidad que el país necesita.
Cada evento patrocinado por la ATP, es decir, por los contribuyentes panameños, deberá anunciarse en una página web de la ATP, que deberá contener una descripción del show, sus artistas, las fechas, horas y lugares de presentación, y el costo de las entradas. La página debe estar en español, inglés, portugués, francés, alemán, mandarín y japonés. Esa página web deberá ser actualizada diariamente y estaría al acceso de todo turista, conserje de hotel, taxista y extranjero considerando visitar Panamá desde su país. Démosle el empujoncito para que se decida.
Y como dicen en inglés, last but not least: los patrocinios aislados e improvisados quedan en nada si no se anuncian en el extranjero, como parte de una estrategia de imagen del país. Es el turismo extranjero el que genera divisas y beneficios al país. Además, es el que finalmente garantizará el éxito de cada promotor musical que busca el patrocinio de la ATP: con panameños solamente ningún recinto se llena. No seamos tímidos al anunciar nuestro Verano Panamusical en nuestros principales mercados, especialmente Norteamérica y Europa, con millones de clientes potenciales tiritando de frío y cubiertos de nieve hasta la rodilla. El exotismo de nuestras palmeras, nuestros sombreros de ala ancha y nuestros ritmos tropicales acompañando a Vivaldi en la tierra del canal les será irresistible.
No perdamos tiempo. Ahora es cuándo. Pa’ luego es tarde.
rejimeneze@hotmail.com