Los Cachorros no se rinden. Es la actitud desafiante cuando llevas 108 años esperando por un campeonato.
Con su equipo contra la pared en su primera Serie Mundial desde 1945, Aroldis Chapman sacó ocho inmensos outs para mantener a flote a Chicago con una angustiosa victoria 3-2 ante los Indios de Cleveland, forzando al menos un juego más.
Chapman, el zurdo que desertó de Cuba en 2009, cumplió la actuación de relevo más larga de su carrera, y los Cachorros pudieron celebrar su primera victoria en su estadio Wrigley Field por el Clásico de Otoño en más de tres décadas. Y se acercaron 3-2 en la serie.
"Me preguntaron si podía hacerlo y les dije que sí", señaló Chapman, quien no emergía del bullpen en el séptimo desde 2012. "Me habían dicho que estuviera preparado y tenía que estar enfocado para cualquier cosa. Estos son juegos muy importantes y hay que dejarlo todo".
La masa de 41 mil 711 fanáticos rugió cuando José Ramírez, quien conectó un jonrón en el segundo, rozó de foul un ofrecimiento de 101 millas de hora en la esquina de fuera hasta que la pelota se depositó en el guante del receptor Willson Contreras para el último out.
Pasada media hora tras el final del juego, los aficionados de Chicago seguían en el estadio cantando eufóricos al despedir a los jugadores que brindaban entrevistas en el terreno.
"De alta tensión", dijo el primera base de los Cachorros Anthony Rizzo al describir el juego. "Se exhaló profundo muchas veces. Cada pitcheo era más trascendental... Fue increíble. Una gran victoria, nos despedimos de esta afición con una victoria. Ahora tenemos que ir Cleveland y seguir ganando".


