¿Colusión con Rusia? El fiscal especial dice que no. ¿Trampas en el golf? Bueno, esa es otra historia.
Desde engañar a Tiger Woods hasta exagerar su hándicap, las artimañas de Donald Trump en los campos de golf son el tema de un nuevo libro del excolumnista de Sports Illustrated Rick Reilly, Commander in Cheat: How Golf Explains Trump (Comandante tramposo: Cómo el golf explica a Trump).
El título juega con la expresión "commander in chief" o comandante en jefe.
Reilly documenta decenas de ejemplos de comportamiento turbio del presidente, transgresiones de las que hablan tanto los profesionales del golf como los aficionados. "En el golf no queda exonerado", dijo Reilly a la Associated Press.
"Hay decenas y decenas de personas que lo pueden declarar culpable de hacer trampas", aclaró Reilly.
En un caso muy conocido, en 2017, jugó una ronda con Woods y con Dustin Johnson, actual número uno del mundo.
La pareja de Trump, el analista de golf de Fox Sports Brad Faxon, afirmó que las artimañas de Trump incluyeron una anotación que no tuvo en cuenta dos pelotas que mandó al agua en un hoyo.
"Oyes tanto de estas cosas que quieres presenciarlas para poder contarlas", expresó Faxon, según el libro.
Great book title: Commander in Cheat | Globe and Mail https://t.co/mjPAQvXdaJ pic.twitter.com/HwruGpuOOw
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— Francois Guite (@FrancoisGuite) April 2, 2019
Nada grave, dirán algunos. Es apenas un juego. El golf, sin embargo, tiene códigos de honor y los jugadores son sus propios árbitros, llevan su propia cuenta de los golpes que pegan y se aplican castigos a sí mismo si cometen infracciones.
Las trampas de Trump, indicó Reilly, son tan alevosas que lo llevaron a escribir el libro. "No sé mucho de política, pero sé de golf y eso realmente me ofende, no como votante o como ciudadano. Como golfista", expresó Reilly.
El autor cita a jugadores que acusan a Trump, a su caddie y a agentes del servicio secreto de correr las pelotas cuando caen en sitios complicados.
En el Winged Food Golf Club de Nueva York, el único club de golf que no es propiedad suya del que Trump es socio, "los caddies están tan acostumbrados a que patee la pelota hacia el fairway que lo apodaron Pelé", cuenta Reilly

