Hoy hace dos años que la selección nacional de Jaime Penedo, Felipe Baloy, Blas Pérez, Luis Tejada y Gavilán Gómez , que ya se retiraron de la Tricolor, le regalaron a Panamá la primera clasificación a una Copa del Mundo en Rusia 2018 con un gol de Román Torres, que todavía sigue vigente como capitán del seleccionado nacional.
Entre todos los jugadores que pusieron su granito de arena en el último proceso con el Bolillo Gómez, para conseguir lo que todo un país añoró por años, a estos seis futbolistas se los recuerda con mucho afecto por todo lo que representaron en el equipo.
Amados y odiados, pero jamás ignorados. Hoy se los echa de menos cuando la situación en la selección nacional cambió rotundamente después de los tres partidos en Rusia donde el mayor orgullo fue haber escuchado el himno nacional antes de sus tres partidos contra Bélgica, Inglaterra y Túnez.
Después del último encuentro con Túnez en la Copa del Mundo de Rusia, la selección ha jugado 16 partidos: 10 amistosos, 4 de Copa Oro y 2 de la Liga de Naciones. Se ganaron 3 partidos (Trinidad y Tobago, Guyana y Bermudas), se empataron 3, se perdieron 10, se marcaron 14 goles y se recibieron 27.
En junio de 2018, Panamá entró al Mundial en el puesto 55 del ranking de FIFA y en el quinto lugar en la Concacaf detrás de México, Costa Rica, Estados Unidos y Jamaica.
Un año después, en la clasificación del pasado mes de septiembre, la selección bajó 20 puestos, y se ubica en la casilla número 77, mientras que en la Concacaf se sitúa novena detrás de México, Estados Unidos, Costa Rica, Jamaica, Honduras, El Salvador, Canadá y Curazao.
Después del Mundial lo más grande que dejó el fútbol panameño fue el histórico 1-1 de Panamá contra Brasil, en Portugal, en el que Adolfo Machado le anotaba el primer gol a los brasileños en los contados enfrentamientos entre los dos países. Fue el debut de Julio Dely Valdés, el técnico que dirigió en 8 partidos, entre 4 amistosos y 4 oficiales en la Copa Oro.
La contraparte fue la última derrota (0-2) contra Bermudas en el Rommel Fernández, en lo más desagradable que le haya pasado al seleccionado después de su Mundial de Rusia y que le valió la rechifla de los aficionados que asistieron al partido.
Hoy, dos años después del memorable 10 de octubre de 2017, el panorama actual es desalentador. Si miramos atrás antes del Mundial, era otra dinámica. La de un proceso que estaba a punto de culminar con un grupo de veteranos que eran insignias de la selección y que llegaban al final de su carrera después de haber jalado el carro de la selección por muchos años.
Hoy vemos como si el Mundial hubiera sido un espejismo. Sin embargo es propio de los cambios que se dan en una selección, que son igualmente difíciles. Hoy Panamá lo está experimentando con una selección, que a pesar de contar con algunas unidades del último proceso, necesita que las nuevas unidades se conecten.
Por delante viene un partido contra México, que de conseguir un buen resultado, pudiera ser la inyección para cambiar de cara. Es una oportunidad para los que quieren ser parte de este nuevo relevo que se viene pregonando desde la última eliminatoria.
Todavía falta un año para la eliminatoria a Catar 2022. No sabemos en cual de los dos grupos le va a tocar jugar a Panamá, pero como sea, siempre será difícil. Dependerá de los jugadores y de los que estén al frente del equipo.
Lo que sí es una verdad es que después del Mundial la selección no ha podido levantarse, se han dado varios pasos atrás. El Mundial los ha hecho más débiles, cuando debió ser lo contrario. Entiendo que se necesita de un buen técnico para ese cambio, pero también creo que la parte prima que son los jugadores tienen que poner de su parte y ante México es una oportunidad para demostrarlo.
Se podrán conmemorar las fechas de su clasificación y participación en el Mundial, pero el presente que es lo que cuenta, hoy es muy pobre comparado al pasado reciente.