Desde mediados del siglo XVII, los parisinos comenzaron a nadar en el río Sena. Sin embargo, en 1923, se prohibió por ley meterse al río debido a la contaminación que tenía en aquel momento y a lo peligrosas que podían ser las corrientes de agua.
Más de 60 años después, el alcalde de París, Jacques Chirac, prometió que el Sena estaría limpio para nadar en 1994. No obstante, fue solo eso, una promesa.
Casi 20 años después, en 2016, el gobierno lanzó el plan Qualité de l’Eau et Baignade, que buscaba mejorar la calidad ambiental y sanitaria del agua. “No se ocuparon de eso”, cuenta Marine, la responsable del barco El Alamein en el área parisina de Bercy.
Esta es una de las tres zonas de la ciudad donde se inaugurará en el verano de 2025 un área para que residentes y turistas puedan bañarse en el río.
“En 2015, intentamos limpiar nuestro sector del río de manera privada conectando los barcos a una red de alcantarillado y no tuvimos ninguna ayuda del gobierno. Recién a partir de 2019 otorgaron algunas subvenciones”, dice la encargada del barco.

Nuevas inversiones y pruebas de calidad
Con el anuncio de que los Juegos Olímpicos de 2024 se iban a realizar en París, las autoridades relanzaron el plan de saneamiento valuado en 1,400 millones de euros ($1,638 millones) para limpiar el Sena y que fuera utilizado para las pruebas de triatlón.
Una de las inversiones fue un depósito de retención ubicado en Gare d’Austerlitz que puede retener hasta 50 mil metros cúbicos de aguas cloacales y de lluvia.
“Gracias a este depósito, pudimos almacenar el agua de lluvia de la ceremonia de apertura y asegurarnos de que estos miles de metros cúbicos no se depositaran en el Sena. Además, quedó lleno por debajo del 20% de su capacidad”, dijo Pierre Rabadan, adjunto a la Alcaldía de París, concejal de Deportes y responsable de la organización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2024.

El nivel de Escherichia coli, la bacteria que indica la presencia de contaminación fecal en el agua, se mide en cantidad de unidades formadoras de colonias (CFU, por sus siglas en inglés) por cada 100 mililitros de agua.
“El umbral recomendado por los estándares de seguridad europeos es de 1,000 CFU cada 100 mililitros, y hoy los límites eran de entre 500 y 600″, dijo Rabadan en una conferencia de prensa el pasado 31 de julio, día en el que se realizaron las pruebas masculinas y femeninas de triatlón en París.
Los organizadores tuvieron que tomar la decisión de aplazar los entrenamientos del domingo y del lunes próximo a esa fecha, ya que los niveles de CFU estaban por encima de la norma.
Las muestras de análisis del agua fueron tomadas el martes 30 por la mañana, ya que el proceso de germinación y estudio de la bacteria tarda aproximadamente 24 horas.
Tras obtener los resultados, la International Sports Federations, el comité de organización, los stakeholders y el gobierno de París tomaron la decisión de llevar a cabo las pruebas de triatlón programadas ese día. En ellas, cada competidor salió desde el puente Alejandro III y nadó 1.5 kilómetros en el río.
Diez días antes del comienzo de los juegos, la alcaldesa Anne Hidalgo se dio un chapuzón en el brazo Marie (frente a la Isla San Luis) para demostrar la calidad del agua. “Nosotros nadamos con ella y estamos sanos”, afirma, junto a Rabadan, Antoine Guillou, adjunto a la Alcaldía de París y responsable de la limpieza de los espacios públicos, la reducción de residuos, la reutilización, el reciclaje y el saneamiento.
No obstante, Claire Michel, triatleta belga, quien terminó en el puesto 38 de su carrera, no corrió la misma suerte.
Tras cuatro días de participar en la competencia fue llevada a la clínica de la Villa Olímpica, donde se le descubrió una infección por E. coli, según el medio De Standaard. Por esta razón, el equipo belga decidió retirarse de la prueba de triatlón mixto que tuvo lugar el lunes 5 de agosto.
“El Belgian Olympic and Interfederal Committee y el Triatlón Belga esperan que se aprendan lecciones para futuras competiciones de triatlón. Pensamos en días de entrenamiento que se puedan garantizar, días y formatos de competición que estén claros de antemano y circunstancias que no provoquen incertidumbre entre los deportistas, el entorno y los aficionados”, declararon las autoridades belgas a través de un comunicado.
La herencia para la ciudad
A partir del verano de 2025, y como parte del plan Qualité de l’Eau et Baignade, se van a habilitar, según lo programado, tres lugares en la ciudad para que los ciudadanos puedan disfrutar:
Bercy: a la altura de la pasarela Simone de Beauvoir, bajo el Parc de Bercy.
Brazo Marie: ubicado cerca de Hôtel de Ville.
Brazo de Grenelle: situado entre el Puerto de Grenelle y las orillas de Île aux Cygnes.

Cada zona contará con medidas de seguridad, zonas delimitadas para nadar e instalaciones para cambiarse y ducharse.
“Si se crea la zona de baño, podría atraer a más gente a descubrir esta parte de París a la que los turistas no vienen generalmente porque está un poco lejos del centro”, cuenta Ilan, director de restauración de Quai de la Photo, un centro de arte flotante dedicado a la fotografía contemporánea ubicado en Bercy.
El problema de bañarse en el río Sena no se limita solamente a los niveles de limpieza, sino también a lo que se puede hallar en las profundidades.
“En algunas zonas cerca del muelle hay muchos carritos, coches y bicicletas abandonados. El gobierno seleccionó áreas limitadas para limpiar, pero es imposible limpiar todo”, afirma Marine de El Alamein.
“No creo que consigan jamás garantizar una buena calidad del agua por un largo período”, afirma Théo Basely, estudiante y residente en la ciudad de París.

Desde el anuncio del plan, varios ciudadanos han mostrado su desacuerdo con la inversión y los intentos de las autoridades en limpiar el río.
Tal es así que se generó la página #JeChieDansLaSeineLe23Juin (Yo me cago en el Sena el 23 de junio) para defecar en el Sena antes de que Hidalgo se metiera a nadar.
“Los parisinos tienen muchos más problemas en la cabeza, como por ejemplo la mejora de la circulación de la ciudad. El impacto sería más para la gente de fuera que para los locales. A lo mejor a los turistas les podría dar una imagen positiva de la ciudad”, afirma Nathalie Duplan, quien hace más de 30 años reside en París.

“Gastarse 1,400 millones de euros en esto dada la actual situación económica del país es un escándalo. Esta inversión se concentra en la capital, sin ningún valor añadido para el resto del país”, comenta Basely.
“Es más, invertir una suma tan elevada en un proyecto de este tipo es una vergüenza si tenemos en cuenta que algunos de los departamentos franceses de ultramar, como Mayotte y Martinica, ya ni siquiera disponen de agua potable en todas sus islas”, afirma el estudiante.
Duplan destaca que se trata, en primer lugar, de una política de comunicación por parte del gobierno, pero también que puede ser un beneficio para el ecosistema de la ciudad. Uno de ellos fue el retorno de más de 30 especies de peces al río en comparación a las tres que había registradas en 1970.
“Hoy si pescamos algo no nos lo podemos llevar, sino que tenemos que devolverlo al agua por ley. En cambio, si se limpia el río, quizás se pueda aprovechar como alimento y legalizar la pesca”, cuenta Clément Bouquet, quien va a pescar regularmente al Sena.

El presidente Emmanuel Macron dijo que nadaría en el río, pero nunca prometió una fecha.
Mientras tanto, la mayoría de los entrevistados se mostraron disponibles a darse un chapuzón si el gobierno demostraba la correcta limpieza del mismo y la información de seguridad para su uso.