El atentado de Niza, una ciudad de la Riviera Francesa conocida en todo el mundo, asesta un nuevo golpe al turismo en el país, que ya se tambaleaba desde los ataques yihadistas de 2015.
El paseo de los Ingleses de Niza, donde un camión embistió a la multitud que se había congregado para ver los fuegos artificiales con motivo de la fiesta nacional, es un lugar muy concurrido por turistas, tanto franceses como extranjeros.
Niza es, detrás de París, la segunda ciudad francesa más popular entre los turistas. La fecha del atentado es muy emblemática, puesto que el 14 de julio se celebra la toma de la Bastilla.
La sucesión de atentados podría poner en riesgo una de las principales fuentes de ingresos en Francia, estimó Georges Panayotis, presidente de la firma de consejo especializada en turismo, MKG.
"Ya no estamos en el terrorismo clásico, en el que unos meses después de un atentado la actividad económica vuelve a la normalidad", señaló.
La acumulación de ataques en el último año y medio, que han dejado un gran número de muertos, "desalentará a los turistas durante un tiempo", auguró Panayotis.
"Desde ayer [jueves] ya hemos tenido anulaciones masivas", dijo a la AFP Denis Cippoloni, presidente de los hoteleros de Niza y miembro del Umih, el principal sindicato hotelero.
El turoperador alemán TUI propuso a los clientes que hayan reservado un viaje a Niza hasta el 31 de julio cambiar o anular su viaje sin gastos adicionales.
Varios eventos culturales, como un concierto de Rihanna en Niza el viernes y un festival de jazz que debía empezar el sábado, fueron cancelados.
El impacto económico de este ataque será aún mayor tomando en cuenta que la Riviera Francesa es un destino codiciado por acaudalados turistas que pasan sus vacaciones en los hoteles y villas de lujo de la región, o que vienen en yates a pasar unos días en la costa mediterránea.