Dueños, en zozobra por quiebra hotelera



Los sectores financiero, hotelero y de bienes raíces han quedado expuestos con la declaración de quiebra de R.G. Hotels y Casa de Campo Farallón.

Dueños de apartamentos en el condohotel de playa Las Perlas, desarrollado por R.G. Hotels, revelaron que después de años de ocupar sus propiedades, algunos no han recibido las escrituras que certifican la cancelación de su bien.

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Prefieren el anonimato, pero advierten que la quiebra ha generado zozobra, pues temen que sus propiedades entren a un proceso de liquidación global. De hecho, se han presentado a una primera reunión de acreedores para exponer su caso.

Al mismo tiempo, otros denuncian que compraron los bienes a modo de inversión y con el interés de recibir cerca de $4 mil mensuales por el arrendamiento de sus apartamentos, pero el dinero prometido no llegó a sus manos.

En tanto, hay quienes no firmaron ese contrato de administración, pero compraron apartamentos de entre $200 mil y $800 mil. Ellos se quejan de la práctica de segmentar fincas, con lo que ahora queda fuera de su alcance áreas como la piscina, la garita y estacionamientos.

Las dos torres de apartamentos fueron vendidas con la promesa de que un operador hotelero se encargaría de la administración y las amenidades, pero ahora que la empresa entró a un proceso de quiebra, nada funciona. Ni siquiera cuentan con energía eléctrica.

R.G. Hotels tenía entre sus planes construir una torre llamada Aqua, sin embargo, los trabajos no se concretaron. Hay casos de clientes extranjeros que compraron propiedades al contado, pero ahora su estatus es incierto. 

 DUEÑOS DE APARTAMENTOS, EN LA TORMENTA

La quiebra de R.G. Hotels levantó el polvo íntegro bajo las alfombras de un supuesto emporio residencial y turístico en el Pacífico panameño y que afecta a quienes invirtieron en apartamentos y paquetes vacacionales. 

Hasta ahora, poco o nada se sabía de los compradores de apartamentos en el condohotel Las Perlas, ubicado en Farallón, Coclé. Quienes se hicieron de bienes con vista al mar y soñaron con sus fiestas veraniegas, ahora están preocupados por las implicaciones de la quiebra y los efectos que esta tiene sobre sus propiedades.

Se trata de inversiones de entre $200 mil y $800 mil, que bajo parámetros normales estarían totalmente blindadas.

No obstante, los dueños de los apartamentos han pasado por un largo período de litigio con la administración que fundó el proyecto y más tarde con los inversionistas que compraron R.G. Hotels. Advierten que desde 2011 empezó lo que describen como una “pesadilla”.

El condohotel Las Perlas tiene entre sus activos dos torres de apartamentos. Inicialmente se llamó Nicki Beach, pero la empresa propietaria de la marca decidió romper el contrato luego que “el desarrollador local había violado un acuerdo de operación al no ajustarse a los estándares, a las pautas arquitectónicas y a los requisitos de operación”. Más tarde se llamó Royalton, luego Wyndham y por último Las Perlas.

Los cambios en la administración hotelera reflejaban problemas entre el operador de las marcas y los dueños del proyecto. Pero en medio de la entrada y salida de cada sello estaban los propietarios de los apartamentos que eran rentados a los turistas.

Ellos cuentan que bajo el control de los fundadores Rugiere Gálvez y su hija, Maruquel Gálvez, prácticamente se les obligaba a firmar contratos de administración. Esto implicaba su consentimiento para que sus apartamentos fueran rentados como habitaciones hoteleras bajo el compromiso de recibir hasta $4 mil mensuales, pero el dinero nunca llegaba a sus manos, según sus declaraciones.

Calculan que en concepto de renta de sus apartamentos se les adeuda cerca de $1 millón, que podrían reclamar en el proceso de quiebra. Además, y probablemente lo más irregular, es que varios de los compradores, en su mayoría inversionistas extranjeros, hicieron sus pagos al contado y no han recibido las escrituras que respalden su compra.

De hecho, a ningún propietario se le entregó escritura antes de 2014, a pesar de cancelar y ocupar las propiedades desde 2011.

“Nos decían un cuento hoy y otro mañana. Tenías que pelear para poder que te entregaran la escritura de un bien que ya estabas ocupando y que habías cancelado”, cuenta uno de los propietarios.

Advierten que algunos compradores no alcanzaron a conseguir la titularidad de sus bienes y temen que la propiedad por la que ya pagaron entre a un proceso de liquidación en caso de que se dicte sentencia de quiebra.

Los abogados y representantes de algunos de ellos se han notificado ante Manuel Jesús Corrales Hidalgo, juez primero civil del Circuito Judicial de Coclé, que decretó la quiebra el 21 de octubre de 2015, con efecto retroactivo a partir del 31 de julio de 2012.

Las fincas que forman parte del proyecto Las Perlas fueron segmentadas, tal como hizo R.G. Hotels con el proyecto de playa Ibiza Corona y Coronado. Así las cosas, las fincas en donde se encuentra la piscina, la garita y los estacionamientos no forman parte de los condominios. Estos bienes también entrarían a la liquidación, de concretarse la sentencia del juez Hidalgo.

Los propietarios no descartan entrar en una pelea legal para quedarse con esos bienes. Consideran que pagaron apartamentos de hasta $800 mil que, precisamente por su valor, incluían las infraestructuras y beneficios de todas las áreas sociales y comunes.

En la publicidad que utilizó R.G. Hotels para vender los apartamentos aparecen las grandes piscinas de las áreas sociales que forman parte del complejo. Fue así como se cautivó a los compradores.

“Muchos invirtieron ilusionados. Creíamos en el promotor. En realidad era un lindo proyecto, pero nos hemos dado cuenta de que todo era irregular”, indicaron.

Se refieren al contrato de compra venta en el que explícitamente se dice que pueden hacer “uso de la piscina”. Esto implica que no son los dueños, como en efecto se sustenta con la segmentación de las fincas.

Hay quienes denuncian ilegalidades en las escrituras de sus propiedades. Ahora, que ha quedado en evidencia la insolvencia de la empresa, miran al detalle todos los documentos que guardan relación con su propiedad y han podido comprobar que se les atribuye estacionamientos que no existen.

Al ser un “condohotel”, la administración ha quedado a la deriva en pleno proceso de quiebra. No hay luz. Para ser exactos, se deben cerca de $150 mil en factura eléctrica. La piscina está sin uso. Seca como un pozo en verano. Y aunque se le ha tratado de dar mantenimiento a las áreas verdes, estas se empiezan a ver descuidadas.

A través de la empresa Blue Vacations, R.G. Hotels vendió cerca de 800 paquetes vacacionales que suman miles de dólares y que ahora no se pueden redimir, pues el “condohotel” está cerrado. Este diario intentó comunicarse con Gálvez a través de sus abogados. Indicaron que analizarían el tema para luego hacer sus descargos y prometieron una entrevista en detalle.

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