Todos los oficios tienen sus propios gajes y la construcción de una marca personal viene con retos y responsabilidades diferentes a la construcción de una marca que no llevara nuestra cara y nuestro nombre. La dificultad principal de trabajar con una marca personal es la vulnerabilidad que resulta de exponernos como personas ante un público que tiene expectativas de nosotros como negocios. El peligro principal, en cambio, no tiene tanto que ver con los demás, como tiene que ver con nosotros mismos. La próxima semana escribiré acciones específicas que nos permiten construir/trabajar con una marca personal, pero este preámbulo lo comparto como la mentalidad que debemos tener antes de embarcarnos en ese viaje.
Decía Jerzy Grotowski, maestro polaco del teatro, que todos de alguna manera somos actores. Actuamos dentro de un contrato social diariamente y nuestro comportamiento cambia dependiendo de nuestra audiencia. La internet como plataforma democrática de generación de contenido no solo nos permitió a todos convertirnos en escritores, fotógrafos y modelos; también abrió una nueva dimensión para que todos pudiéramos seguir siendo (ahora en un espacio nuevo), actores.
Imagina cada red social como un escenario. Cada escenario es parte de un teatro diferente, con audiencias diferentes y reglas diferentes. A veces, nos montamos en el escenario. A veces, nos sentamos en las sillas del público. Y por la interactividad de las redes, a veces, desde el público gritas al escenario.
El hecho de que las redes sociales sean como el teatro no significa que las interacciones en las redes sean falsas. En el teatro, hay representaciones de la vida que son honestas. No quita que sean representaciones de la vida, pero son honestas. Y aún así, hay un grado más profundo de honestidad. Como cuando los actores de una comedia se ríen, pero en algún momento su personaje deja de reírse y empieza a reírse la persona. Y te das cuenta. Por un segundo. Y es maravilloso ese vistazo de realidad.
Aun cuando es maravilloso el vistazo de realidad, una obra de teatro no puede ser completamente cotidiana. No entretiene ver al hombre reír. Entretiene ver al personaje reír, y por un segundo maravilla ver al hombre. Así pasa en las redes también. Todos sabemos que las fotos más bonitas están más producidas, pero no entretiene ver una foto mal tomada.
La complejidad de las redes no tiene tanto que ver con la representación de la vida, porque todos estamos de acuerdo en que es una representación de la vida. La complejidad real de la interacción en redes es la esperanza o la promesa falsa de que de alguna manera sería posible que las personas detrás de las marcas personales sean, en realidad, esa mejor versión sólida o popular de ellos mismos.
Es en ese momento cuando, por una parte, el público tuviera exigencias irreales del actor y peor aún, cuando el actor tuviera exigencias irreales de sí mismo. Si el actor no sabe diferenciarse de su propio personaje, en ese intento de crear su propia imagen se vuelve un falso ídolo. De alguna manera para sus seguidores, pero mucho más para sí mismo. Y como pasa con todos los ídolos, sin importar cuánto los adoremos, ante una sola caída desbaratamos el pedestal en el cual los subimos.
La dificultad real de construir una imagen personal en las redes sociales va más allá de la dinámica de representación que tenemos frente a los demás. La dificultad real es la batalla de representación que tenemos con nosotros mismos. Especialmente en los días en los que se nos acaba la energía de postear en Instagram y vemos nuestra vida y no solo no nos sentimos nada como nuestra imagen favorita, sino que nos reprochamos por no serlo. Es por eso que antes de empezar a trabajar bajo una marca personal, tenemos que tener claro quiénes somos nosotros y qué elementos de nosotros escogeremos para crear nuestro personaje/ marca personal. Porque el trabajo bajo una marca personal de muchas maneras es más emocional y psicológica que su alternativa. La próxima semana escribiré acerca de que aunque una marca personal es muy distinta que una marca comercial, el truco está en tratarla como una marca comercial para que nos sirva a cumplir nuestros objetivos laborales sin socavar nuestra identidad personal.