En un movimiento audaz que redefiniría el rumbo del Canal de Panamá, la entidad administradora de la vía acuática anunció un ambicioso plan de inversión que marca el inicio de una era decisiva. Desde 2024 hasta 2030, se prevé una inversión sin precedentes de $8 mil 500 millones y la reconfiguración hacia una operación libre de carbono.
La estrategia, de acuerdo con la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), tiene como principal objetivo la integración de la sostenibilidad en todas las facetas de la operación canalera.
Se conoció que habrá una asignación de $3,500 millones para infraestructura y equipos, que incluye la instalación de una planta fotovoltaica y la adquisición de vehículos eléctricos y remolcadores híbridos.
Además, se destinarán más de $2,000 millones para proyectos hídricos y gestión del agua.
Los fondos restantes, que superan los $1,000 millones, serán utilizados para la transformación digital y la descarbonización de la vía acuática. En síntesis, se trata de una inversión que supera con creces los $5,400 millones del programa de ampliación del Canal.
Ilya Espino de Marotta, subadministradora del Canal, y quien fue nombrada en enero pasado como la primera oficial de Sostenibilidad de la vía, explicó el trasfondo de estas inversiones, la visión de los próximos cinco años y cómo sus nuevas funciones encajan hacia una operación libre de carbono.
“Ahora mismo estamos trabajando con la asesoría de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés). Ellos nos están dando la guía de cómo hacer este plan y por eso había que poner una cabeza para liderar el proyecto. A finales de abril debemos tener lo que es nuestra línea base de las emisiones de carbono, que contempla la operación de ahora y las inversiones a futuro”.
En base a dicho diagnóstico, la ACP desarrollará un plan, incorporando los métricos que permitirán ir avanzando hacia una operación más amigable con el medio ambiente.
Desde hace varios años el Canal había iniciado un proceso de descarbonización, con miras a convertirse en carbono neutral para el año 2030, pero ahora, aparentemente, se trata de un plan más abarcador y ambicioso para establecer la sostenibilidad como un eje transversal que impacte todas las áreas de trabajo.
Marotta pone ejemplos clave de cómo hay medidas que directamente ayudarán a que el Canal sea carbono neutral, desde la energía que produce hasta las eficiencias que se buscan con los barcos que utilizan la ruta comercial.
Cerca del 60% del consumo eléctrico del Canal viene de sus plantas hidroeléctricas. En el verano, cuando no hay abundancia de lluvia, tradicionalmente se produce energía con combustible.
De allí, que ahora están desarrollando un proyecto de una planta fotovoltaica para poder eliminar ese consumo de combustibles fósiles y “ser más verdes”. En este contexto, también se podría dar la posibilidad de que el Canal compre energía verde a un proveedor del mercado eléctrico, si existiese la necesidad.
Para los barcos, estarían activando algún incentivo y requisitos, dependiendo de su huella de carbono y el tipo de combustible que utilizan. En este punto serán de vital importancia las alianzas con el mundo naviero, que al igual que el Canal está en búsqueda de las tendencias que hagan más eficiente y menos contaminante la movilización de los barcos.
Marotta reveló que el plan de la ACP es ser carbono neutral en el año 2050. Es decir, que se trata de una carrera de larga distancia, en la que el Canal deberá mantener un ritmo sostenible para evitar la fatiga antes de llegar a la meta.
El plan de inversiones del Canal está intrínsecamente ligado al ambicioso objetivo de lograr la neutralidad de carbono. En ese sentido, Marotta mencionó un tema que resulta ser el más obvio. “Nuestra sostenibilidad es garantizar la cantidad y calidad de agua para sostener este Canal a futuro. Entonces, $2,000 millones son para inversión en proyectos hídricos”.
La ACP, bajo el mandato de Ricaurte Catín Vásquez, se inclinó por desarrollar un reservorio o embalse en la región de río Indio.
Pero hacer el reservorio implica dos cosas previas: que se elimine la restricción legal para la construcción de nuevos embalses en el país y que se definan los límites de la cuenca hidrográfica para que la ACP tenga control del territorio donde se ubicaría el reservorio.
El año 2023 fue un punto de quiebre respecto a la crisis del agua. El Canal puso en práctica varias medidas de ahorro, pero el impacto del cambio climático y la sequía afectaron las operaciones de la vía, marcando un alarmante déficit del 30% en las precipitaciones y reduciendo los embalses a la mitad de su capacidad habitual.
Mientras se toman las decisiones fuera del radar de la ACP, al ser responsabilidad del Órgano Ejecutivo levantar las restricciones para hacer un reservorio, la entidad espera avanzar en una inversión por $500 millones en un enorme proyecto de digitalización.
En tanto, la compra de los remolcadores ya es un hecho. El primero de los remolcadores híbridos debería estar llegando a Panamá en septiembre de 2024. La idea es que entre los 45 remolcadores que tiene el Canal de Panamá, cerca de 10 sean reemplazados por tecnología híbrida en los próximos tres años.
Los edificios en los que opera el Canal también pasarán por una reorganización física, especialmente interna, buscando la optimización y uso de energía.
“La historia nos enseña que cuando se está hasta el cuello es cuando se reacciona. El 2023 fue un año que ha hecho reaccionar a muchos países, fue muy duro para Estados Unidos, Sudamérica, Europa. Estamos viendo cómo en unos lugares las sequías fueron espantosas y en otros lugares hubo inundaciones y desastres por lluvia excesiva.. Ha habido una alerta de que nos estábamos moviendo muy lento y que el cambio climático se está moviendo más rápido de lo que nosotros hubiéramos querido”, reflexionó Marotta respecto a las presiones climáticas sobre el Canal, el país, la industria y los demás países.