Acuerdos globales para proteger los océanos

Acuerdos globales para proteger los océanos


La salud de los océanos no pasa por un buen momento. Los síntomas, en su mayoría originados y acelerados por el cambio climático, son preocupantes: aguas cada vez más ácidas y calientes, aumento del nivel del mar y sobreexplotación de los stocks marinos.

Las consecuencias de la mala salud de los océanos amenazan a la seguridad alimentaria global, a la sostenibilidad del planeta y a los propios sistemas productivos y comerciales. Por eso, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, celebrada recientemente en Lisboa, trató de repensar los modelos de desarrollo actuales en un escenario donde los recursos marinos están degradados.

Tras una semana de debates y eventos, empresas y los gobiernos que participaron en la cumbre firmaron la Declaración de Lisboa, un conjunto de acciones basadas en la ciencia que pretenden hacer frente a la contaminación marina y fomentar la economía azul, que mueve entre 3,000 y 6,000 millones de dólares al año y representa más de tres cuartas partes del comercio mundial.

Sobran razones para tomar medidas urgentes. El 90% de los stocks mundiales de peces están plenamente explotados o sobreexplotados.

Más del 80% de los océanos experimentaron al menos una ola de calor marina en 2020: el 45% tuvo olas de calor fuertes, mientras que en el 28% de los casos fueron moderadas.

La CRFM calcula que en 2019 la producción pesquera en el Caribe disminuyó un 40% desde su mínimo histórico registrado hace diez años. Adicionalmente, la acidificación de los océanos ha provocado la reducción de un 50% de los corales en los últimos 70 años.

Según Sanda Ojiambo, subsecretaria general de Naciones Unidas y directora general del Pacto Mundial, “el compromiso asumido por 150 empresas de la economía azul pone de manifiesto la voluntad del sector privado de apoyar el ODS 14.

Unos océanos sanos y productivos dependen de que todos los actores pongan de su parte. Me siento esperanzada por estas empresas y su compromiso de integrar la salud de los océanos en sus estrategias corporativas”.

El principal hito de la cumbre para América Latina y el Caribe fue el anuncio de CAF de destinar 1,250 millones de dólares en los próximos cinco años para promover la economía azul, preservar la salud de los océanos e impulsar las cadenas de valor de la pesca y el turismo en zonas costeras.

“Necesitamos posicionar a la región como un actor imprescindible en la lucha contra el cambio climático y la protección de los océanos. Tanto las soluciones para preservar los océanos como para mitigar los efectos del calentamiento global pasan inevitablemente por América Latina y el Caribe”, dijo Alicia Montalvo, gerente de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de CAF.

Uno de los primeros proyectos de los fondos es el convenio para la protección del Corredor Marino del Pacífico Tropical Oriental (CMAR), una región compartida por Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá que genera $3,000 millones anuales derivados principalmente de la pesca, el turismo y el transporte marítimo. Gracias a la contribución de CAF de $1 millón se incentivarán estrategias para proteger la biodiversidad del Corredor Marino, que incluye áreas coralinas, paso de grandes migrantes, reptiles o numerosos tiburones, y tiene una estrecha relación con la gran oferta cultural y turística de costumbres, gastronomía y artesanías.

En la Cumbre sobre los Océanos también se avanzó en la protección de la biodiversidad de las aguas internacionales.

La Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas, que hizo un llamado para proteger el 30 % de los océanos para 2030, recibió la adhesión de sus 100 países miembros.

En este sentido, Costa Rica, Colombia y Panamá ya han alcanzado la meta, y República Dominicana, Uruguay y Portugal prometieron hacerlo para 2030.

En paralelo, Bloomberg Philanthropies, Moore Foundation, el Fondo Internacional de Conservación de Canadá y seis organizaciones más anunciaron que donarán 1.000 millones de dólares para iniciativas que contribuyan a la meta del 30%.

El creciente interés en el potencial de la economía azul es una buena noticia para el planeta y para América Latina y el Caribe, que tiene una de las áreas marinas productivas más importantes del mundo, la segunda barrera de coral más grande del mundo y el 18% de las ecorregiones marinas globales.

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