Resulta tan cómodo barrer todo bajo la alfombra. Es fácil, no hay mayores consecuencias y podemos seguir adelante con nuestra cotidianidad como si esa acumulación de porquería no nos afectara.
Te pido un favor ciudadano: detén la lectura de estas líneas y accede al video “Under the rug (Bajo la alfombra)” autoría de los incomparables Donna Conlon y Jonathan Harker quienes en dos minutos y cuarenta y ocho segundos supieron encapsular emociones que aún no sabemos describir después de 34 años de vida en democracia.
Sin mayor diseño científico, recientemente compartí “Under the rug” con cuatro grupos bastante heterogéneos en condiciones muy diferentes: un grupo de estudiantes de duodécimo grado, estudiantes universitarios de Colón y de Panamá y un grupo de profesionales en una compañía multinacional.
El viaje emocional que cada sesión provocó fue revelador, de cómo la desesperanza y la desconfianza nos van minando las fuerzas, llegando a atentar contra el enfoque que se necesitan para cambiar el rumbo de una nación.
Mientras la fogosidad de los estudiantes de duodécimo grado apuntaba hacia una revolución, los jóvenes estudiantes universitarios cavilaban antes de hablar quizás más preocupados porque no tienen trabajo o quizás porque la inteligencia artificial se encargará de reemplazarlos en un mundo cada vez más cambiante. Ira. Corrupción. Frustración. Impotencia. Desesperación. Frescura.
Los adultos en la empresa multinacional se ven derrotados, casi sin ánimos para aportar al debate porque han venido aportando por tres décadas y no han visto cambios: tristeza. Rabia. Anhelos destruidos. Esperanza que nos esquiva.
Al vivir en la inmediatez y sin urgencia por planificar aceptando la idea que un “super héroe” nos salve cada cinco años, pues hemos empujado el programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja de Seguro Social reiterativamente bajo la alfombra esperanzados en que, mágicamente, los panameños viviremos menos tiempo.
No contentos con ese mágico anhelo, sumamos la idea de que cambiar nuestros hábitos de consumo entregándonos a la cultura del reciclaje tomaría un par de años, y en el proceso hemos visto como Cerro Patacón se desborda sin aparente solución.
El torneo electoral ha arrancado con las intenciones de varios ciudadanos en regentar el destino del Panamá de todos.
Si de progreso social se trata, espero con anhelo las propuestas en los cuatro rubros que son esenciales para mejorar los prospectos de crecimiento sostenible: bienestar social, reformas en materia laboral que abarquen principalmente a los jóvenes de entre 18 y 28 años, modificaciones en materia de salud y educación y garantías a la inversión privada, tanto la local como la extranjera, de que somos un país que camina hacia más transparencia, más orden en materia judicial, mejor gobernanza e instituciones más robustas.
Si realmente la intención de gobernar es noble entonces el primer paso para cualquier aspirante es comprender que la recesión social que vive Panamá es real y atenta contra la cohesión que nos une como nación.
¿Llegó el momento de cuestionar nuestro Himno Nacional? ¡NO es preciso cubrir con un velo el pasado!
El pasado reciente con sus actores en lo público y lo privado está lleno de desgarradoras escenas para esconderlo, para cubrirlo, para barrerlo bajo la alfombra. Ese aprendizaje es fundamental para no perder la esperanza de un futuro mejor para todos.

