El saldo de la cartera de crédito al cierre de octubre se ubicó en $58,711 millones, cifra que representa un aumento de $3,860 millones o un 7% cuando se compara con el saldo existente un año antes, según un reciente informe de la Superintendencia de Bancos de Panamá.
Se trata de un importante incremento en el saldo de la cartera que se explica por la mayor demanda calificada en un entorno económico de más actividad tras las restricciones impuestas durante la pandemia.
El superintendente de Bancos de Panamá, Amauri Castillo, comentó que los resultados están ligados al crecimiento de la economía y que la demanda es más calificada debido a la recuperación de ingresos por parte de los clientes bancarios.
En la segmentación de carteras según la actividad económica, la mayoría reflejan crecimientos respecto al ejercicio anterior.
La cartera de mayor tamaño es la hipotecaria, con un saldo de $19,647 millones y un crecimiento de 5.5% respecto a octubre de 2021.
Castillo señaló que se está dando una buena dinámica en hipotecas, principalmente en el segmento de crédito preferencial de hasta $180,000 a consecuencia de que las familias están logrando estabilizar sus ingresos, situación acompañada por estrategias de promoción como las ferias inmobiliarias.
La segunda mayor cartera es la de consumo personal, con un saldo de $13,078 millones y un crecimiento de 3.7% en el último año.
De las carteras de gran tamaño, la de mayor crecimiento es la de comercio, que se elevó $1,076 millones o 9.9% para alcanzar los $11,939 millones.
Por su parte, decrecen las carteras de minas y canteras -que dentro del sistema tiene un tamaño reducido- y construcción, que registra una caída de 7.8% o $424 millones para totalizar $4,995 millones.
En este sentido, Castillo dijo que la construcción es un sector de la economía que está aún en un periodo de estabilización. Tras haber experimentado un crecimiento acelerado por muchos años, el regulador recuerda que en 2019 ya había síntomas de ralentización, una tendencia que se exacerbó con la pandemia.
Castillo cree que el sector se va a seguir recuperando tras este impacto, con la búsqueda de nuevos nichos y que una apuesta efectiva puede ser el sector de infraestructuras a través de asociaciones público-privadas. “Para la banca sería extraordinario poder participar y apoyar en estos proyectos”, señaló el regulador.
Otro indicador relevante sobre la actividad bancaria tiene que ver con los nuevos préstamos desembolsados. Solo en octubre los bancos desembolsaron $2,554 millones, uno de los mejores resultados mensuales en lo que va de año. En el acumulado de los diez meses de 2022, el monto desembolsado asciende a $22,208 millones, superando en $9,073 millones o 69.1% el registro del año anterior y también por encima de los $21,265 millones desembolsados en el mismo periodo del año 2019, el último antes de la pandemia.
La cartera con mayor ritmo de crecimiento en el último año corresponde a la actividad comercial, con $10,308 millones desembolsados, un incremento de 75.4% en comparación con el mismo periodo de 2021, cuando aún los indicadores estaban afectados por las restricciones impuestas en la pandemia, lo que hace que la tasa de variación esté influenciada por el efecto de base.
Patricio Mosquera, gerente de Análisis de Coyuntura de la Superintendencia de Bancos, señaló que el desempeño de los nuevos desembolsos refleja el proceso de recuperación que se ha venido registrando durante el año, y también se refirió al componente de las ventas de fin de año, que podrían ser lo que han influido en este impulso en los últimos meses.
El economista Luis Alberto Morán destacó la correlación tradicional que hay entre desempeño económico y crédito. Dijo que a medida que las empresas empiezan a producir más, existe mayor necesidad de crédito y crece la demanda para ejecutar proyectos e inversiones. Esto, en contraste con un escenario de una economía cerrada, como sucedió en pandemia, cuando no se recurre al crédito porque no se dan las condiciones ni existe confianza en poder pagar.
La mejora del crédito ha ido de la mano de la reducción de la cartera modificada, aquella que agrupa los préstamos que se acogieron a medidas de alivio y aún no se han regularizado.
Al cierre de octubre, la cartera modificada se ubicó en $2,620 millones y, de ese total, la que no ha llegado aún a arreglos de pago con el banco suma $862 millones, cifras muy inferiores a los más de $28,100 millones que llegaron a estar en la cartera modificada en agosto de 2020, en los primeros meses de pandemia.
Para Morán la reducción de esta cartera junto al crecimiento del saldo del crédito bancario y de los nuevos desembolsos de préstamos son indicadores de que el sector bancario regresa a la normalidad, dentro de una recuperación de la economía heterogénea, con algunos sectores más rezagados como la construcción, y por eso apunta a la importancia de las asociaciones público privadas para impulsar este sector.
Con el inicio del próximo año podría darse por zanjada en la actividad bancaria una época marcada por la pandemia, mientras asoma un nuevo periodo en el que las presiones llegarán por una condiciones más restrictivas para el crédito por la tendencia internacional de alza de tasas.