Con un duro horizonte económico, más allá del ya de por sí complicado presente, Argentina comenzó este domingo la ‘era Milei’, el mandato presidencial del economista libertario que pateó el tablero de la política del país suramericano hasta convertirse en el “primer presidente liberal libertario” de la historia.
Con esa frase que usó en la noche electoral del 19 de noviembre, cuando derrotó al candidato oficialista y hoy exministro de Economía, Sergio Massa, y que repitió desde el balcón de la Casa Rosada ya convertido en mandatario, el líder de La Libertad Avanza (ultraderecha), Javier Milei, juró como presidente de Argentina por el período 2023-2027.
Con casi un 150% de inflación interanual, un 40% de pobreza en la población y un 10% de indigencia, escasez de reservas de divisas, un 150% de brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo (o ‘blue’), sueldos depauperados y una deuda con el FMI cercana a los 46 mil millones de dólares, Argentina tiene un negro presente.
Pero, lejos de dulcificar la situación o de ofrecer “una mentira confortable”, el nuevo mandatario −que, rompiendo la tradición, optó por no pronunciar un discurso ante la Asamblea Legislativa y sí en la calle frente a la ciudadanía− pronunció ante los argentinos “una verdad incómoda”.
Milei apeló a la “peor” herencia recibida por “ningún Gobierno” hasta el momento para afirmar que aplicará un duro ajuste y que habrá “estanflación” por varios meses, pero prometió que este será el “último mal trago” antes de la “reconstrucción” del país suramericano.
“Hoy comienza una nueva era en Argentina”, proclamó en el arranque de su discurso desde una tribuna frente al Congreso de la Nación, en la que estuvo flanqueado por los principales jefes de Estado y de Gobierno presentes en su toma de posesión, el rey Felipe VI; los presidentes de Ucrania, Volodímir Zelenski; Uruguay, Luis Lacalle Pou; Paraguay, Santiago Peña, y Chile, Gabriel Boric, quienes ya habían asistido a la jura oficial.
El nuevo presidente argentino ratificó que aplicará un ajuste fiscal del 5% del PIB que, prometió, caerá “casi totalmente” sobre el Estado y no sobre el sector privado, y confirmó que “limpiará” los pasivos del Banco Central y pondrá fin a la emisión monetaria, que a su juicio es la causa de la elevada inflación de Argentina.
Pero puntualizó que la política monetaria actúa con un rezago de entre 18 y 24 meses, por lo que anticipó que la inflación permanecerá alta, y citó pronósticos privados que prevén tasas mensuales de entre el 20% y el 40% de aquí a febrero próximo.
Y, en una visión optimista de lo que viene a partir de ahora, Milei dijo a los argentinos que la estanflación (elevada inflación con retroceso económico) “será el último mal trago” hacia “la reconstrucción de Argentina”.