Crece déficit de ingresos respecto a lo proyectado; la brecha es de $200.8 millones

Crece déficit de ingresos respecto a lo proyectado; la brecha es de $200.8 millones
Los ingresos corrientes reflejaron un déficit de $200.8 millones comparados con el presupuesto. Los ingresos tributarios representaron un 80% del total de ingresos corrientes, según el informe de la DGI. Archivo


Los ingresos corrientes del gobierno central registraron en los siete primeros meses del año un crecimiento de $536.2 millones o 16.4% para totalizar $3,806.9 millones, informó la Dirección General de Ingresos (DGI) en un reciente reporte.

Se trata de un crecimiento considerable, que refleja una mayor actividad cuando se compara con un año 2021 aún marcado por restricciones ligadas a la pandemia que impactaron la economía y la recaudación de ingresos.

Crece déficit de ingresos respecto a lo proyectado; la brecha es de $200.8 millones

A medida que avanza este año, las variaciones respecto a 2021 son más moderadas, lo que se explica por unos niveles de actividad que fueron creciendo progresivamente el año pasado.

En febrero de este año, el crecimiento había sido de 43.8%, mientras que en mayo ya se había moderado a un 21.1%.

A medida que se vayan comparando periodos en los que la economía se desenvuelve con normalidad, las variaciones tenderán a ser menores.

Aunque la recaudación mejora en comparación con el ejercicio anterior, no es lo suficientemente robusta como para cumplir las metas esperadas por el Gobierno.

En concreto, para los primeros siete meses del año se habían proyectado ingresos por $4,007.7 millones. Es decir, que lo recaudado es $200.8 millones o un 5% inferior a lo que se había previsto para el periodo.

Crece déficit de ingresos respecto a lo proyectado; la brecha es de $200.8 millones

Ese déficit respeto del presupuesto creció en el último mes, ya que en junio la brecha era de $153.6 millones o 4.4%.

Un ejemplo claro del comportamiento de los ingresos en lo que va de año lo representa el impuesto a la transferencia de bienes muebles y servicios (Itbms), tributo que grava el consumo.

El Itbms sobre ventas recaudó entre enero y julio $481.4 millones, cifra que representa un aumento de $117.8 millones respecto al año anterior, y una caída de $113.5 millones cuando se compara con lo que se había presupuestado.

Para el abogado tributarista Javier Mitre, los datos reflejan que si bien el consumo subió porque ya no hay cuarentenas ni restricciones, no lo hizo tanto como se pensó, y esto se puede explicar porque la tasa de desempleo es todavía elevada, lo que se termina manifestando en los niveles de consumo.

Por su parte, los impuestos directos, entre los que destaca el impuesto sobre la renta, generaron $1,749.5 millones, superando en un 25.1% el registro del año anterior y en 4.8% lo previsto en el presupuesto.

Consultado sobre el desempeño general de la recaudación, el economista Carlos Araúz dijo que el optimismo con el que se elaboró el presupuesto habla de cierta desconexión de las figuras gubernamentales respecto a la realidad del mercado panameño.

Apuntó, además, que en el caso del crecimiento del Itbms en comparación al año anterior, el dato encierra el efecto generado por el aumento de precios y que, por lo tanto, aunque sí hay un proceso de recuperación, no todo el incremento se puede atribuir a mayor demanda, sino que en parte la recaudación crece porque los precios de los bienes y servicios son más elevados.

Las cifras de julio aún no reflejan el eventual impacto que pueda ocurrir en la recaudación fiscal como consecuencia de las protestas y cierres de vías que tuvieron lugar ese mes.

El primer efecto, explicó Mitre, se reflejará en los ingresos de agosto, cuando se paga el Itbms correspondiente a la actividad de julio.

En lo que se refiere al impuesto sobre la renta, el impacto se notará el próximo año cuando se haga la declaración anual de renta, que reflejará “un bache” en los meses de julio y agosto, dijo el abogado, en forma de reducción de ganancias, lo que se termina reflejando en el pago del impuesto.

Además de las consecuencias más inmediatas, Araúz apunta a otras de medio y largo plazo, que tienen que ver con el efecto psicológico de la incertidumbre y la falta de confianza.

El economista señala que estas situaciones generan un ambiente de desconfianza que reduce el apetito de gastar y de invertir porque se desconoce el rédito que va a tener la inversión. “Estos cierres tienen un impacto en la psiquis del inversionista”, lo que termina menoscabando la inversión y se refleja en los niveles de recaudación, manifestó.


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