América Latina y el Caribe aún está lejos de lograr cifras de crecimiento que le permitan superar los problemas de desigualdad social y económica, además de la pobreza.
El Banco Mundial indicó que la región registrará una tasa de crecimiento del producto interno bruto de apenas 1.6% este año y para 2025 alcanzará el 2.7%, mientras que para 2026 la estimación apunta a un crecimiento de 2.6%.
El análisis del organismo multilateral precisa que estas son las tasas más bajas en comparación con todas las demás regiones del mundo e insuficientes para impulsar la prosperidad.
Advierte el Banco Mundial que muchos hogares se encuentran bajo presión debido a que las transferencias sociales están disminuyendo y los salarios aún no se han recuperado a los niveles de prepandemia.
“El bajo nivel de crecimiento, de manera sostenida, no es sólo una estadística económica sino una barrera para el desarrollo. Se traduce en servicios públicos reducidos, menos oportunidades de empleo, salarios deprimidos y mayor pobreza y desigualdad. Cuando las economías se estancan, el potencial de su gente se ve limitado. Debemos actuar con decisión para ayudar a América Latina y el Caribe a romper con este ciclo”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
El PIB de #AmLat y el Caribe crecerá un 1,6% en 2024, ligeramente por debajo del 2,0% proyectado en octubre pasado.
— Banco Mundial | América Latina y el Caribe (@BancoMundialLAC) April 10, 2024
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El informe del Banco Mundial detalla que las economías de Argentina y Haití caerán este año en -2.8% y -1.8% respectivamente. Mientras que los países que registrarán un mayor crecimiento serán Guayana con 34.5%, República Dominicana 5.1%, seguida de San Vicente y las Granadinas con 5%, Dominica 4.6%, Costa Rica 3.9% y Paraguay con una tasa de 3.8%.
El Banco Mundial estima que este año los países con las economías más grandes, tengan un crecimiento moderado con excepción de Argentina que registrará una contracción.
En detalle la economía de Brasil se espera que crezca apenas 1.7% la de Chile 2%, Colombia 1.3%, México 2.3% y Perú 2.7%.
El organismo indica que los factores detrás de estas cifras incluyen bajos niveles de inversión y consumo interno, altas tasas de interés y elevados déficits fiscales, la caída de los precios de las materias primas y la incertidumbre en las perspectivas de socios importantes como Estados Unidos, China, Europa y otros países del G7.
Además de un escenario global adverso, marcado por tensiones geopolíticas, interrupciones en el transporte a través del Canal de Suez y el fenómeno de El Niño, que podría perjudicar aún más las perspectivas regionales.
En cuanto a la inflación, el Banco Mundial dice que excluyendo Argentina y Venezuela, se sitúa en el 3.5%, frente al 5.7% en los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
“En la mayoría de los países, las expectativas inflacionarias siguen ancladas y se espera que los bancos centrales alcancen sus objetivos en 2024. Para capitalizar este progreso y reavivar las economías, la región debe abordar desafíos de larga data. Las reformas en infraestructura, educación y comercio son fundamentales para mejorar la productividad y la integración al mundo”, precisa el informe del organismo multilateral.
Las tasas de #crecimiento para América Latina y el Caribe son las más bajas en comparación con todas las demás regiones del mundo e insuficientes para impulsar la prosperidad.
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“A medida que retrocede el impacto de la pandemia, las tasas de crecimiento de la región vuelven a los niveles de la década de 2010. Esto muestra que la región no ha abordado los problemas persistentes que bloquean su potencial, incluidos los bajos niveles de educación, infraestructura deficiente y altos costos de inversión, que también alimentan el descontento social”, dijo William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
Insiste en que es necesario una agenda que impulse el crecimiento para reducir las brechas existentes en la región. “De lo contrario, la región quedará estancada y no podrá atraer inversiones ni aprovechar nuevas oportunidades, como la relocalización de industrias o la economía baja en carbono. La mejora de los sistemas de competencia debería ser parte de estas estrategias, lo que beneficiaría a los consumidores y las empresas”, dijo Maloney.