El 5 de mayo, Panamá, un centro mundial de tránsito y comercio, celebrará las elecciones generales para escoger a su presidente, los miembros de la Asamblea Nacional, alcaldes y representantes para el período 2025-2029.
La elección llega en un momento crucial. El año pasado, las protestas sociales -en contra de la actividad minera- sacudieron al país; una fuerte sequía afectó el tránsito por el Canal de Panamá; y recientemente se perdió el grado de inversión otorgado por la calificadora Fitch.
El país no dio señales efectivas para reducir los gastos gubernamentales y limitar el tamaño de la deuda pública. Este fue una de las principales causas de la pérdida del grado de inversión en el país a los ojos de Fitch Ratings.
Todos estos elementos se unen a una contienda electoral, con ocho candidatos a la presidencia, que atomizan el voto.
Estos factores fueron parte del análisis de una conversación online convocada por el think tank Atlantic Council, una organización que administra 10 centros regionales que estudian y debaten de seguridad internacional y la prosperidad económica mundial.
Hay incertidumbre social y económica, dijo Rita Vásquez, directora del diario La Prensa, el pasado jueves 2 de mayo.
En parte, su análisis se fundamenta en el hecho de que hay cinco principales candidatos en la contienda de cara a las elecciones de este domingo, “y la falta de una segunda ronda de votación en Panamá significa que nuestro próximo presidente podría ser elegido con menos del 30% del voto popular”.
Para complicar el proceso, la candidatura del actual favorito en las encuestas, José Raúl Mulino, estuvo hasta la madrugada de hoy 3 de mayo en vilo y a la espera de que la Corte Suprema declarara si su postulación era o no inconstitucional.
Mulino podrá correr en las elecciones de este domingo.
Es el sustituto del expresidente Ricardo Martinelli, quien fue declarado inelegible para postularse después de su condena por cargos de lavado de dinero y quien ha estado viviendo bajo asilo en la embajada de Nicaragua para evitar la prisión y ha estado haciendo campaña activamente en las redes sociales, explicó Vásquez.
Felipe Chapman, socio de Indesa, participó de la conversación para dar una mirada del desempeño económico del país en medio de la turbulencia electoral.
Explicó que la historia de crecimiento de Panamá está fundamentada en el Canal, las transformaciones económicas después de la dictadura militar en 1990 y la ampliación de la vía acuática, “y no del gasto público, que es lo que le están prometiendo a los votantes”, como receta a una mejor calidad de vida.
En medio del entorno adverso, Chapman recordó que la situación financiera, fiscal y económica de Panamá en 1980 era terrible, exageradamente lejos del lugar en el que se encuentra el país en el 2024.
En ese entonces, precisó, los niveles de deuda estaban por encima del 100% del producto interno bruto. Entonces ocurrió un hecho histórico muy importante. “Panamá obtuvo el control del Canal de Panamá en diciembre de 1999... Fue realmente el punto de inflexión, que permitió a Panamá comenzar a explotar su magnífica posición geográfica, que aún estamos muy, muy lejos, de explotar plenamente”.
“Los primeros años de este siglo, la gente se burlaba de los panameños y de nuestra capacidad de gestionar el Canal. Y lo tomamos como un enorme desafío nacional, dado que en los primeros tres años, el Canal produjo en términos de ingresos y ganancias más que en los 87 años anteriores”.
La explicación viene a cuento de que aunque se entiende que el país atraviesa por momentos de incertidumbre, con altos niveles de endeudamiento, falta de disciplina fiscal y un gasto público sin efectividad, también es verdad que ha sacado la cabeza de peores situaciones.
“Tenemos, obviamente, el objetivo de desarrollarnos plenamente en términos de desarrollo humano y progreso social, para lo cual un requisito previo es tener suficiente crecimiento económico”, indicó Chapman.
El desafío es que los panameños no entienden del todo lo que realmente pasó hace más de 20 años, y algunos políticos manipulan la narrativa económica, atribuyendo que el despegue económico del país se logró en la segunda década del siglo, entre 2009 y 2017, explicó el economista.
Panamá registró un alza en su PIB del 6.3% el año pasado, según el Banco Mundial, la más alta de la región. Sin embargo, para este 2024 el crecimiento estaría cerca del 2.5%.
Lisa M. Schineller, analista líder de calificaciones soberanas de S&P, observa como un posible riesgo la falta de crecimiento, unida al desorden fiscal que ha experimentado el país.
Sin embargo, pondera el hecho de que para la calificadora, Panamá todavía tiene grado de inversión, en gran medida por puntos claves como el canal, las actividades conexas y el sector financiero.
S&P califica la deuda soberana de Panamá como BBB con una perspectiva negativa (desde el 7 de noviembre de 2023), a dos escalones de perder el grado de inversión, es decir, aún se mantiene en terreno favorable. Sin embargo, miran con detenimiento qué hará el nuevo gobierno.
La académica y diplomática, Paulina Franceschi, recordó que la actual coyuntura electoral en Panamá es ampliamente reconocida por los analistas políticos como compleja, sin precedentes y llena de incertidumbre.
Además, se observa con atención la diversidad de desafíos sociales, económicos e institucionales. Ante ello, dijo, es evidente que el sistema actual no está satisfaciendo las necesidades de una parte considerable de la población, y el creciente número de reacciones sociales indica que lo que era aceptable en el pasado ya no lo es en la actualidad.
Jason Marczak, vicepresidente y director senior de la región para Atlantic Council, ofreció una mirada regional de lo que representa Panamá y su economía, junto en medio de la contienda electoral.
Se espera que seis países latinoamericanos y caribeños tengan elecciones este año. Empezó con El Salvador en febrero, ahora Panamá, seguido por la República Dominicana, México, esas tres en los próximos 30 días. Luego tenemos a Venezuela en julio y termina con la elección de Uruguay en octubre.
Marczak recordó que Panamá es un país relativamente pequeño, con un poco más de 4 millones de habitantes, pero las políticas que implemente la próxima administración influirán no solo en sus ciudadanos, sino también, más ampliamente, en la estabilidad regional, debido al rol que tiene el país en el comercio global.
“Su posición única como conexión entre el norte y el sur de América lo pone en el centro de la migración mayor y también en el centro de las ventas... La próxima administración de Panamá jugará un papel crucial en las decisiones sobre cómo adaptar las operaciones del Canal de Panamá para asegurar la resiliencia y la eficiencia, mientras las lluvias se vuelven más frecuentes”, puntualizó.