La degradación de la calificación de riesgo de Panamá por parte de Fitch Rating al rebajarla de BBB- a BB+ y colocarla en un terreno de pérdida del grado de inversión para esta calificadora, significará varios retos para el sistema financiero, para la población y para el país en general, que tendrá que demostrar que existe compromiso para enfrentar los problemas de manejo de deuda, sustituir los ingresos que se tenían de la mina y una mayor disciplina fiscal además de los temas pendientes con la Caja del Seguro Social.
Así lo consideran voceros de la industria financiera y de la superintendencia de Bancos, que coinciden en que ahora se debe enviar un mensaje al mercado internacional y evitar a toda costa perder las calificaciones con S&P y Moody’s para evitar que el panorama macroeconómico empeore aún más.
El superintendente de Bancos de Panamá, Amauri Castillo, dijo a La Prensa, que La rebaja de la calificación de grado de inversión por parte de Fitch genera más complejidad al entorno retador y desafiante que Panamá tiene por delante.
“La banca se encuentra en muy buena posición de liquidez y solvencia por lo que no veo una situación que ponga en riesgo la estabilidad financiera del sistema. No obstante, si pondrá presión al costo del financiamiento para empresas, hogares e individuos dado que el financiamiento externo costará más caro como ya se había experimentado recientemente al salir a los mercados internacionales para emisión de deuda pública”, dijo el regulador.
Puntualizó que aunque Fitch degradó a Panamá, es importante aclarar que aún el país conserva la calificación de grado de inversión por parte de dos de la principales agencias calificadoras reconocidas mundialmente, como los son S&P y Moody’s.
La calificadora S&P califica a Panamá como BBB con una perspectiva negativa (desde el 7 de noviembre) y Moody’s degradó al país a Baa3 con una perspectiva estable el 31 de octubre. En ambos casos aún el país está en un terreno salvable desde el punto de vista de la calificación. Pero no se puede descuidar.
“Debemos ser muy prudentes como país con las señales que enviemos a los diferentes actores de los mercados internacionales y atender prontamente los asuntos de importancia estratégica para mantener las calificaciones con S&P y Moody’s. Sin duda alguna los efectos en caso de perder el país formalmente esa condición generará mayor presión al sistema ante un escenario macroeconómico desafiante”, insistió Castillo.
Raúl Guizado, presidente de la junta directiva de la Asociación Bancaria de Panamá, coincide con el regulador bancario en que la situación del Centro Bancario Internacional y del Sistema Bancario local es estable, pese a la degradación de la calificación hecha por Fitch al país.
No obstante considera que el panorama en el que está el país ya venía mostrando signos de deterioro en la percepción ante el mercado internacional, que ya había sancionado de alguna manera la deuda panameña al cobrar más por su financiamiento.
“Los mercados financieros parecen haber asumido la pérdida del grado de inversión de nuestro país desde hace varios meses”, dijo Guizado al explicar que desde principios del cuarto trimestre de 2023 la deuda soberana se comenzó a negociar con spreads o diferencial como si la calificación ya hubiese sido degradada a BB- y BB.
El directivo de la Asociación Bancaria también agregó que además de un impacto en el encarecimiento del financiamiento externo, también las empresas se verán afectadas con un escenario de tasas más elevadas y por ende esto incidirá en el usuario.
Pero además advierte que se impactará la percepción para atraer nuevas inversiones extranjeras directas (IED) al país, que viene arrastrando varios años de declive.
Entre enero y septiembre del año pasado, las cifras de la IED de Panamá arrojaba un monto de $1,372.1 millones en IED, es decir, $900 millones menos que los $2,272.6 millones que ingresaron a la economía local en el mismo período de 2022, lo que significó una caída de 39.6%.
Guerra avisada
En un documento elaborado por la Superintendencia de Bancos de Panamá en noviembre de 2023, sobre las amenazas macro financieras para el Sistema Bancario Nacional, se alertaba sobre las consecuencias que se presentarían ante una posible pérdida del grado de inversión.
En ese momento el regulados bancario indicaba que darse una baja de calificación soberana, producto del deterioro de los indicadores económicos y sociales, el país podría sufrir el impacto del encarecimiento de los fondos que se recibirían del exterior, así como una reducción de la inversión externa directa.
“El financiamiento externo no sólo se encarecería, sino también podría reducirse ya que, al ser más costoso, se solicitarían montos menores. El financiamiento puede ser solicitado por el gobierno o por empresas privadas, entre ellas, los bancos. Al disminuir el monto de financiamiento que se recibiría, se reducirían las inversiones gubernamentales. Esto por un lado impactaría en el desempleo y, por el otro, en el dinero que circularía en la economía”, indica el informe.
Agrega que el financiamiento recibido por parte de los bancos, al ser más costoso, podría darse un racionamiento de este.
“Quien reciba el financiamiento lo haría de forma más onerosa, costo que sería transferido a los clientes. Las empresas que no reciban financiamiento disminuirán sus operaciones, por lo cual requerirían menos personal. Y como ya se mencionó afectaría el nivel de empleo y el dinero circulante en la economía”.
Puntualmente el regulador bancario afirmó que los efectos de la posible pérdida de grado de inversión, cambiaría todo el panorama, trayendo consecuencias al sistema bancario, tales como:
Reducción de la cartera doméstica
Incremento de morosidad
Mayores provisiones
Pérdidas en el estado de resultados
Afectaciones en la solvencia de los bancos
En marzo al presentar los resultados del Centro Bancario Internacional (CBI) el regulador bancario volvió a advertir sobre las señales de una posible pérdida del grado de inversión. Aunque en ese momento se tenía cierto optimismo que Fitch esperara por los resultados de las elecciones presidenciales del 5 de mayo.
Al terminar la Semana Santa, Panamá entrará en otra procesión, la de convencer a los mercados para recuperar el grado de inversión y mantener la calificación de S&P y Moody’s.