La vida siempre da giros inesperados que cambian dramáticamente cualquier historia.
En el ámbito laboral esos giros han sido desgastantes y tristes, muchas veces desgarradores en los últimos tres años. Trabajadores que han perdido por completo sus fuentes de ingresos. Algunos otros están recibiendo 35% o 50% menos del salario que solían tener antes de la pandemia, mientras que un número importante de panameños financian sus necesidades con labores temporales y pagas irrisorias, a pesar de largas y extenuantes horas de trabajo.
Ni hablar de los que salieron de las universidades creyendo tener, con el diploma recién salido del horno, el mundo a sus pies, pero siguen dependiendo de sus padres.
La mayoría de los países todavía no han alcanzado los niveles de empleo y de horas trabajadas registrados a finales de 2019, antes del estallido de la crisis sanitaria de la covid-19. Así lo afirmó en un reciente estudio la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo, Tendencias 2023.
Panamá es parte de esa realidad. La situación se ha convertido en una latente preocupación para quienes la viven en carne propia o la sienten cada vez más cerca, a través de sus antiguos compañeros de trabajo, familiares, amigos o vecinos.
Hace una semana, el gobierno de Laurentino Cortizo quiso dar la impresión de que las cosas han mejorado en el último año, al revelar que los últimos datos del censo, publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), indican una reducción de un punto porcentual en la tasa de desempleo, que pasó de 9.9% en abril 2022 a 8.9% a julio 2023.
Tal aseveración gozaría de popularidad en un año preelectoral, pero es una fotografía incompleta; como esa que algunos terminan editando porque quieren desaparecer el recuerdo de alguien que ya no está en la familia por desavenencias de las que nadie quiere hablar.
El Gobierno soltó el dato pero no publicó la estadística de la población ocupada ni la del empleo informal, las cuales se conocerán el 30 de octubre 2023, cuando el INEC publique el Informe Laboral y Situación de la Población Ocupada a agosto 2023.
Por ahora, todo parece indicar que, tal y como ha venido ocurriendo en otros países de la región, la ligera reducción de la tasa de desempleo se debe al aumento de los trabajadores informales.
Desnudando las cifras
Hasta abril de 2022 había 737,922 empleos informales no agrícolas, es decir, aproximadamente 48 de cada 100 ocupados en el país tenía un empleo informal.
Un dato importante en esta historia, es que el crecimiento del empleo informal, como bien indica la OIT, implica que centenares de millones de personas no tienen acceso a un empleo remunerado y están desprovistas de protección social.
Para este año, entre enero y mayo de 2023, el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral (Mitradel) tramitó 103,650 contratos laborales, lo que indica un promedio de 20,730 nuevos contratos formales por mes.
Dicha cifra es superior a los 19,555 mensuales procesados en los cinco primeros meses del 2022, pero muy por debajo de los 34,307 contratos tramitados mensualmente en el mismo período del 2019.
Los contratos registrados en el Mitradel no se pueden entender en su totalidad como nuevas plazas de trabajo, ya que un acuerdo laboral nuevo puede suceder a una destitución o una renuncia. Sin embargo, estos registros le miden la temperatura al mercado.
El efecto pandemia, la guerra en Ucrania y la ruptura de las cadenas logísticas son elementos que han jugado en contra de Panamá, pero desde antes de estos acontecimientos venía mostrando signos de agotamiento en la generación de empleo formal en sectores tradicionales.
El país pasó de tramitar 445 mil nuevos contratos laborales en el 2017 a cerca de 240 mil en el 2022. Y se migró de 1,900 informales por mes en el 2017 a más de 10 mil al mes en el 2022.
En ese lapso de tiempo, la población en edad productiva creció en 178 mil personas, por lo que no solamente se habría reducido la oferta en 205 mil empleos, sino que aumentó la cantidad de personas en busca de una plaza de trabajo.
Los niveles de escolaridad de los trabajadores han sido parte de la ecuación panameña, porque no se puede negar que hay un alto nivel de desocupación entre panameños con bajo nivel de instrucción, quienes tienen más dificultades para su inserción laboral.
El promedio de escolaridad de la fuerza laboral panameña es de 11.6 años aprobados, según las cifras del INEC.
Mientras que de acuerdo con la Encuesta de Expectativas de Empleo de ManpowerGroup, del primer trimestre de 2023, las mayores expectativas de contratación están en sectores con exigencias superiores a los 14 años de escolaridad.
Por eso no es de extrañar que el 65% de las empresas panameñas afirme tener dificultades para contratar personal calificado.
El Canal de Panamá, como gran empleador estatal panameño, tiene entre sus plazas más destacadas especialistas en meteorología, geología, hidrología, ciencia de datos, ciencias actuariales y data científica, además de informática y economía ambiental, según se puede ver en su portal de empleo.
¿Qué pueden hacer los jóvenes y potenciales trabajadores?
Uno de los factores clave será aumentar los años de escolaridad, voltear la mirada hacia las profesiones y trabajos del futuro, todos apalancados en la tecnología, y sacarle brillo a las habilidades blandas.
En una búsqueda simple por uno de los portales de empleo (www.estascontratado.com) es posible observar el ritmo de las las vacantes disponibles el día 14 de julio.
Hoy, como apunta el consultor empresarial, René Quevedo, nos enfrentamos a un “mercado de compradores”, que explica como aquel en el que los empleadores son mucho más selectivos a la hora de contratar al personal. Es decir, que la competencia es mayor por menos puestos vacantes.
Ante la nueva realidad del mercado será importante entender las dinámicas y tendencias que dominan el mundo del trabajo, qué estudiar, cómo complementar la hoja de vida, dónde buscar trabajo y qué habilidades potenciar en el periodo de sequía laboral.
La semana pasada, en un conversatorio virtual convocado por la OIT, especialistas y representantes de organizaciones juveniles conversaron sobre los desafíos que enfrentan para conseguir empleo, y se enfatizó que la formación digital es clave para enfrentar el empleo juvenil en América Latina y el Caribe, donde las personas entre 15 y 24 años tienen una alta desocupación e informalidad.
En ese mismo orden de ideas, un reciente estudio de Konzerta reveló que las empresas le darán prioridad a la contratación a expertos en software, aplicaciones, inteligencia artificial, análisis de datos y ciberseguridad.
En la encuesta en que participaron especialistas de recursos humanos, el 25%, dijo que los talentos del futuro elegirán profesiones más inclinadas a la tecnología como el desarrollo de software y aplicaciones; 17%, indicó que analistas de datos; 13%, carreras especializadas en inteligencia artificial y 13%, en mercadeo digital y comercio electrónico.
“La irrupción de las nuevas tecnologías en el ámbito laboral tiene múltiples consecuencias y afecta a innumerables aspectos de la forma de vivir y trabajar, por lo tanto, no cabe tratar el fenómeno aisladamente, sino desde una perspectiva global. Existe una urgente necesidad de preparar a nuestros jóvenes para el futuro del trabajo, que ya llegó”, dijo Quevedo.
En Panamá, el desempleo juvenil representa el 54.2% del desempleo total, lo que quiere decir que de cada 100 desocupados, 54 se ubican entre los 15 y 29 años.
