Una entidad burocrática, improductiva, sin contrapesos internos y con una planilla de más de 30 mil funcionarios que no garantiza el cumplimiento de sus funciones. Esta es la Caja de Seguro Social (CSS) en palabras de Camilo Valdés, quien el 2 de septiembre de 2020 fue juramentado como uno de los miembros de la junta directiva en representación del sector empleador.
Hoy, tres años más tarde, habla con hastío de la irrelevancia de la directiva, de las contrataciones injustificadas a las que se opone y la porosidad que se genera debido a la administración manual de una entidad en la que podrían darse más hurtos como el de las ampollas de fentanilo, ocurrido el pasado mes de octubre.
¿Cuándo se enteraron del hurto de las ampollas de fentanilo?
Cuando empezaron a salir las noticias en los medios de comunicación, hace un par de días. Entiendo que esto viene desde el mes de octubre del año pasado, pero nosotros en la junta directiva nunca fuimos notificados por la administración. Nos enteramos como cualquier otro panameño.
¿La ley exige que esto se les comunique ?
Independientemente de lo que diga la ley, lo correcto era informar en el justo momento lo que estaba sucediendo. Así ocurre en cualquier junta directiva cuando se registran hechos de importancia en la organización. Ante cualquier incidente de este tipo, la ciudadanía esperaría que la junta directiva sea un contrapeso de la administración.
Entonces, ¿cuál es la relevancia de la junta directiva?
Ninguna...
¿Por qué?
La ley la tiene maniatada. Y los cambios que se han querido hacer para que sea realmente la máxima autoridad de la CSS no han tenido un resultado feliz. El sistema prevalece. Abundante burocracia, procedimientos arcaicos e ineficaces.
La junta directiva es básicamente un tribunal de justicia administrativa de los asuntos laborales de los funcionarios. En eso se gasta el 85% de su tiempo, y cuidado que más. Muy poco se ven aspectos financieros, y menos cómo generar más ingresos para la CSS.
Explíquele a un ciudadano de a pie cómo es eso de que el sistema los absorbe.
Los reglamentos no están acordes con los tiempos actuales y mucho menos con las funciones naturales de una directiva. La junta directiva está muy mal conformada en el sentido de que es gremialista. Se representan los intereses de los gremios, a pesar de que los miembros, una vez ratificados y juramentos, deben velar por los intereses de la CSS.
En la práctica, los del sector privado estamos en desventaja porque somos, en teoría 3 contra 8, en la mayoría de los casos. La junta directiva tiene 11 miembros y para poder decidir cualquier cosa se necesitan mínimo 6 votos.
¿Qué cambios han querido implementar y no han sido posibles?
Bueno, tan simple como firmar un convenio con el Instituto de Gobierno Corporativo de Panamá a fin de que hiciera un diagnóstico de la entidad para mejorar los servicios y procesos. Al final eso ni siquiera se llevó a votación. Hubo una negativa rotunda de todo el mundo y la administración no le prestó mucha atención.
Ni hablemos de agilizar los trámites en el área tecnológica. Entre los grandes problemas de la CSS están los sistemas tecnológicos que no se comunican. Lo que hoy existe entorpece las funciones y las cosas se terminan haciendo de manera manual. Hubo un intento de hacer unas contrataciones, el director de la Autoridad de Innovación Gubernamental hizo unas observaciones vinculadas a eso.... Yo tengo prácticamente tres años de estar en la CSS y seguimos en cero, lo que eleva el riesgo de cometer errores; los riesgos administrativos son enormes. También hay riesgos de hurtos al no poder supervisar los activos de la CSS.
Las irregularidades son frecuentes...
Los medios lo reflejan. Los medicamentos que se vendían en los establecimientos privados, los guantes que se perdieron en la pandemia, ahora lo de las ampollas de fentanilo que desaparecieron. Eso es una ausencia total de procedimientos eficientes, por decir poco. La CSS tiene un poco más de 30 mil funcionarios, muchos de ellos administrativos. Qué hacen todos ellos; es algo que habría que ver.
La entidad se está preparando para licitar plantas de oxígeno por $101.2 millones. ¿Por qué se opuso cuando el tema llegó a la junta directiva?
Fui el único del sector privado que votó en contra de esta contratación (...), previendo los riesgos de una actividad industrial en una institución que se maneja con procedimientos manuales.
También votó en contra Gregorio Guerrel, uno de los representantes de los trabajadores a través de la Confederación Nacional de Unidad Sindical Independiente, mientras que Aida de Maduro, del sector empleador, se abstuvo.
El proyecto se presentó a la junta directiva sin sustento técnico. Y hasta ahora el oxígeno no ha sido un problema, si siquiera en pandemia. La CSS ha pagado históricamente $7 millones anuales por ese medicamento y no entiendo para qué meternos en un gasto de $101.2 millones. La CSS tiene una pésima administración para mantener sus estructuras. Un ejemplo de ello es que después de 20 años del envenenamiento con el dietilenglicol, la entidad ha sido incapaz de reabrir el laboratorio de toxicología que tenían.
¿Qué podemos esperar en el futuro?
No podemos esperar nada nuevo ni nada mejor. Por el contrario, si se mantiene el estatus actual podemos llegar a estar peor.
Lo del fentanilo apenas demuestra que la CSS es una entidad que no funciona. Se necesitan reformas urgentes.
¿Por qué no renuncia?
Renunciar sería la salida más fácil para una persona mediocre. Nosotros tenemos un compromiso aceptado y adquirido para dar el mejor esfuerzo y hacer aportes positivos para mejorar la institución. Si no lo logramos por la desventaja en el número de votos de la junta directiva, por lo menos lo intentamos, y de esa manera podemos documentar y por tanto probar nuestro esfuerzo.