La captación de nuevos clientes crediticios, la inserción de la tecnología en los procesos y sortear el impacto del aumento de las tasas de interés son los retos que tiene en la mira el sector bancario panameño.
Tras la presentación de cifras que ilustran una banca robusta, en crecimiento y con el doble de la liquidez exigida por la ley, el presidente de la Asociación Bancaria de Panamá (ABP), Carlos Berguido, listó las principales coyunturas de la industria en el foro titulado “El nuevo perfil de la banca panameña”, que se llevó a cabo ayer en el marco del evento Café con La Prensa.
Hasta junio, el Centro Bancario (CB) contó con:
Activos totales por $142,943 millones
Depósitos por $100,926 millones
63% de los depósitos eran locales y 37% eran extranjeros
65 bancos en la plaza, 42 de ellos tienen licencia general, 13 con licencia internacional y 10 oficinas de representación.
El total de la cartera crediticia creció a 85,251 millones hasta junio de este año
La cantidad de depósitos locales refleja la confianza de empresas extranjeras en el sistema financiero local, mismo que se ha regionalizado en los últimos años, pasando a tener los bancos latinoamericanos y estadounidenses mayor peso en el portafolio de depósitos, a diferencia de hace unas décadas, cuando el país todavía se preciaba de ser un centro financiero internacional en toda su expresión.
En esa línea, aunque “no es enorme como centro per se, sí es grande para un país como Panamá”, dijo el banquero, refiriéndose a la cantidad de activos: es mucho más grande de lo que normalmente sería si solo sirviera a la población local.
El perfil actual de la banca panameña tiende a la prudencia, lo que ha provocado que algunas personas califiquen al sector como “muy conservador”; sin embargo, esa prudencia es para “honrar el dinero de los depositantes” que necesita de mayores precauciones al no contar el país con un banco central, argumentó Berguido.
Además, esa prudencia garantiza la liquidez -el doble de la que exige la ley- que le hizo ganar al centro bancario el decimosexto lugar en el Índice de Competitividad Global 2019.
Por otro lado, las cifras de la ABP también dan cuenta de una alta bancarización en el país: al menos 7 de cada 10 personas mayores de 18 años tiene por lo menos una cuenta de ahorros en algún banco, un promedio elevado en comparación con otros países de la región.
Retos
El nuevo perfil de la banca panameña apunta a la constante evolución, la innovación, la incorporación de nuevos sectores al crédito, la eficiencia de la operación en lugares apartados y la constante evolución de la banca digital.
Los activos y los depósitos subieron sostenidamente de 2019 a 2023, con excepción del año 2020, que de por sí generó un descalabro sin precedentes en la actividad bancaria que afectó la capacidad de crédito de los panameños. Los créditos aumentaron de un año a otro de 2021, con mayor uso del sector comercial, el consumo personal, luego hipotecas, y otros. Ahora se han añadido a la cartera sectores usualmente rezagados en el crédito como los préstamos agropecuarios y comerciales.
A mitad de año los nuevos créditos comerciales sumaron $4,602 millones, tres veces más que los nuevos préstamos hipotecarios o de consumo, que antes de la pandemia eran los que lideraban la cartera de créditos otorgados.
Otro indicador que va en la misma línea es el crecimiento de préstamos hipotecarios, que ha sido mayor en la banca oficial que en la privada, tendencia que inició solo hace unos años y que demuestra que es la banca estatal la que está atendiendo con esta demanda en mayor medida.
Sobre el aumento de los intereses, Berguido no escatimó en afirmar que sí se van a sentir en los préstamos.
“Vamos a seguir sintiendo que la tasa pasiva seguirá subiendo y que el costo de los financiamientos va a seguir subiendo, pero esperemos que no se sienta tan pronunciadamente”.
Dio como antecedentes que los aumentos o disminuciones de las tasas de referencia que hace la Reserva Federal de Estados Unidos para controlar la inflación en ese país, se reflejan en Panamá aproximadamente en año y medio después.
La banca ponderó la independencia y la autonomía del ente regulador, la estabilidad del marco jurídico y calificó como un reto constante mantener el liderazgo político para evitar que la banca sea considerada como un botín político, o que se genere nerviosismo entre la población y se pierda la confianza.