El pasado 27 de octubre, el país amaneció con una gran noticia: “Panamá logró salir de la lista gris del Grupo de Acción Financiera (GAFI)”; sin embargo, esta noticia ha sido opacada por la crisis en la cual se encuentra el país actualmente.
A pesar de esta crisis, nosotros como sociedad civil no podemos dejar pasar el logro obtenido después de tantos años de lucha continua en el fortalecimiento y ejecución de los controles relacionados a la prevención del blanqueo de capitales, financiamiento del terrorismo y financiamiento de la proliferación de armas de destrucción masiva.
Entendemos que bajo el actual escenario, resultará para algunos un inconveniente resaltar la lucha constante y continua así como reconocer las acciones que ha ejecutado Panamá con relación a la prevención del blanqueo de capitales; sin embargo, es relevante hacer hincapié en los impactos positivos que trae a la economía y competitividad de Panamá.
Es por ello, que debemos tomar en consideración que desde hace cuatro años (2019), un grupo especializado del sector privado ha hecho un esfuerzo titánico en poder diseñar e implementar medidas de control para mitigar y prevenir los riesgos inherentes; y de esta forma poder cumplir con las diferentes normas aplicables según el sector en el cual nos desempañamos.
En este orden de ideas, no podemos dejar de reconocer el trabajo logrado y el esfuerzo realizado por la ofensiva gubernamental.
Nosotros como miembros del sector privado (sector financiero y no financiero) vivimos muchos momentos de decepción, incertidumbre y pánico, generados por la necesidad de cumplir de manera oportuna y eficiente con los lineamientos y directrices estipuladas en los marcos normativos vigentes diseñados por el Estado para ambos sectores.
Como persona responsable (presidente de la junta directiva) de la Asociación de Oficiales de Cumplimiento de Panamá (Asocupa) y de los directores, desarrollamos una estrategia clara e integral con el fin de apoyar a los más de 500 miembros que mantienen una injerencia directa e indirecta en el logro de los objetivos para prevenir y mitigar estos riesgos.
Pero no podemos quedarnos en el logro obtenido por lo que es hora de preguntarnos: ¿Cómo lo logramos? ¿Qué podemos mejorar?; este tipo de preguntas deben formar parte de nuestros planes y estrategias actuales y futuras, porque sí lo logramos, pero todavía nos queda una labor más importante que es evitar volver a ser incluidos en esta o cualquier otra lista restrictiva.
Debemos poder demostrar que nosotros nos alineamos como país con objetivos estratégicos a nivel de estado para seguir cumpliendo entendiendo nuestro rol como actores importante dentro del mercado mundial, no solo a nivel del sistema financiero, sino ser reconocidos como un país que aplica de manera razonable y eficiente un buen sistema de control interno en la prevención del blanqueo de capitales, financiamiento del terrorismo y financiamiento de la proliferación de armas de destrucción masiva.
Dicho esto, reconocemos que logramos este resultado, gracias a la unión mancomunada entre el gobierno y la sociedad civil, los dos teniendo una visión a largo plazo como un problema país donde no había un actor importante y relevante, sino más bien un equipo integral que tenía que trabajar de manera continua y constructiva para poder definir la cultura de cumplimiento.
No obstante, nos enfrentamos a un futuro más complejo (año electoral) donde cada uno de los candidatos ha diseñado un plan de trabajo y sus prioridades, los cuales no estamos seguros incluyan las acciones y estrategias de seguimiento necesarias para mantenernos fuera de la lista del GAFI.
Panamá como Estado debe asumir en los próximos años con responsabilidad, planificación estratégica y prioridad las diferentes brechas que podrían estar abiertas, entre las cuales podemos mencionar: asignación de mayores recursos (económicos, tecnológicos y humanos) a los organismos de supervisión; principalmente al Instituto Panameño Autónomo Cooperativo (Ipacoop) y a la Superintendencia de Sujetos No Financieros (SSNF); mantener una campaña fuerte y responsable sobre la imagen de Panamá en el cumplimiento de los marcos normativos no solo a nivel local, sino a nivel internacional.
Igualmente fortalecer el trabajo mancomunado entre el sector gubernamental y el sector privado; continuar con los procesos de consulta oportunos para que el sector privado pueda brindar sugerencias y recomendaciones especializadas y constructivas sobre nuevas normas aplicables.
En general, debemos sentirnos orgullosos por el empeño y dedicación logrado durante estos cuatro años, donde hemos sido (como sector privado) un pilar fundamental con un claro mensaje al país y al mundo, que podemos desarrollar y divulgar una cultura de cumplimiento más efectiva y transparente.
Respetando la situación actual que confronta el país y sin ánimos de desmeritar lo que estamos viviendo hoy en día debemos celebrar hoy unidos, porque somos y seremos los actores relevantes (Oficiales de Cumplimiento, Auditores Internos, Áreas de Negocios, entre otros) de esta lucha constante para fortalecer y blindar el riesgo reputacional de Panamá.
El autor es presidente de la junta directiva de la Asociación de Oficiales de Cumplimiento de Panamá (Asocupa).
