Panamá continúa en el proceso de recuperación de la peor catástrofe económica y laboral de la historia (2020), que incluyó la cuarta mayor contracción económica en el mundo y la pérdida de 364 mil trabajadores asalariados (42% del total) del sector privado, mientras que a otros 284 mil (32%) se les suspendieron sus contratos laborales.
En el primer año de la pandemia, 3 de cada 4 empleos formales de la empresa privada desaparecieron o fueron suspendidos. 15% de los trabajadores suspendidos no recuperaron sus empleos.
Las estadísticas laborales son un indicador clave del clima para las inversiones en el país. La diferencia entre generar empleo formal o informal es la inversión. La crisis laboral no es una crisis de empleo, sino una crisis de confianza.
A pesar de que la planilla estatal ronda los 365 mil funcionarios (INEC, junio 2021), a octubre 2021 (INEC) había 745,151 empleos formales no agrícolas (privados y públicos), cifra inferior a los 790,917 contabilizados en agosto del 2011.
En esos 10 años, el porcentaje de informalidad pasó de 36.9% (2011) a 47.6% (2021).
Más aún, restando esa planilla estatal de los 1,031,328 asalariados a octubre 2021 (INEC) sugiere que el número de asalariados privados ronda los 666 mil, por debajo de los 675 mil existentes en el 2007, que en ese entonces representaban 53% de todos los empleos en el país. Hoy son 38% (15 puntos porcentuales menos).
La pandemia aceleró el proceso de precarización y estatización del empleo en Panamá.
Esta tendencia revela un sistemático deterioro y pérdida de confianza en el clima para las inversiones en el país, agravado por la pandemia.
Revertirla requerirá crear confianza y estimular la inversión privada.
En el 2021 se recuperó una fracción de los empleos perdidos el año anterior. Pero haciendo el balance del 2019 a la fecha, unos 250 mil empleos formales del sector privado desaparecieron, incluyendo a los 43,082 trabajadores cuyos contratos fueron reactivados y luego desvinculados. Igualmente, se agregaron 71 mil servidores públicos a la planilla estatal y en abril de 2022, más de 400 mil personas recibieron el Vale Digital, porque no encontraban trabajo.
La reactivación económica es impulsada por el sector externo, concretamente, las exportaciones de cobre, mayores ingresos del Canal y actividad de la Zona Libre de Colón. Pero la demanda interna sigue deprimida, con tres sectores particularmente rezagados; construcción, comercio al detal y turismo, que concentran un tercio de la fuerza laboral del país.
Panamá experimenta crecimiento económico y crisis laboral, a la vez.
La crisis laboral que enfrenta el país no es de “empleo”, sino de confianza. Y se está agravando.
Los 400 mil beneficiarios del Vale Digital son prueba de la crisis laboral. Mientras que en el 2021 el Ministerio de Trabajo tramitó 40% menos de nuevos contratos laborales que en el 2019, y en los tres primeros meses del 2022 el porcentaje aumentó a 43%, lo cual es síntoma de que la situación está empeorando, a su vez indicativo de una mayor incertidumbre en el clima de inversiones en el país.
Pero dentro de este complicado escenario hay noticias alentadoras. La consolidación de las exportaciones de cobre ha sido recibida con entusiasmo por la comunidad inversionista internacional.
Ante la precaria situación financiera del Estado y la severa descapitalización del sector privado nacional, estas muestras de respaldo deben ser capitalizadas para la construcción del clima necesario para la atracción de Inversión Extranjera Directa (IED) para desarrollar todos los sectores estratégicos (no sólo minería) y generar empleos formales.
La “gripalización” de la pandemia y la atracción de inversiones son claves para la generación de empleos. El “enemigo” no es el virus, es el hambre. Pero generar empleos dignos requiere plantearnos cómo generamos confianza para atraer inversiones. Invertir en Panamá tiene que ser “buen negocio”. El gran reto es ¿cómo construimos esa confianza?
El autor es consultor empresarial