El uso de combustibles fósiles representa 70% del consumo total de energía primaria en América Latina y el Caribe. La región es exportadora de estos combustibles, principalmente el petróleo. En 2021 exportó mil 500 millones de barriles y es fundamental acelerar la transición energética para lograr la descarbonización.
Esto se desprende de un análisis de la consultora Mckinsey & Company quien publicó el el informe La transición energética: Una agenda región por región para la acción.
Julio Giraut, socio de McKinsey & Company y gerente para McKinsey en Panamá, dijo a La Prensa que como sucede con varios países de nuestra región con grandes recursos naturales, Panamá se encuentra bien posicionado para la transición energética, ya que cuenta con una matriz energética relativamente limpia, principalmente gracias a la generación hidroeléctrica.
“Es importante seguir avanzando en ese camino, ampliando la participación de las renovables y diversificando sus fuentes, incluyendo mayor porcentaje de eólica y solar en su matriz”, señaló.
El estudio de Mckinsey refiere que en la última década, la producción de energías renovables se ha más que duplicado a nivel mundial, y la participación en el consumo total de energía primaria aumentó de 9% en 2011 al 13% en 2021.
Pese a esto, el uso de combustibles fósiles también se está expandiendo para satisfacer la creciente demanda de energía. Se calcula que la demanda mundial de energía creció 14% entre 2011 y 2021, impulsada principalmente por fuentes intensivas en emisiones.
La consultora considera que América Latina al ser rica en recursos naturales puede ser clave en la descarbonización de la economía y en acelerar la diversificación de la matriz energética de los países.
Explican que hay una mezcla de fuentes energéticas en la región: 20% de energía hidroeléctrica y países como Brasil se encuentran entre los mayores productores de biocombustibles. La capacidad instalada de renovables es de 270 Gigavatios (GW) (40 GW de eólica, 30 GW de solar, 200 GW de hidráulica).
También hay un gran potencial de generación. Por ejemplo el desierto de Atacama en Chile cuenta con una capacidad fotovoltaica (PV) de 1800 GW, con factores de capacidad 20% superiores a los de las mejores ubicaciones de África, Oriente Medio o Australia.
La Patagonia tiene factores de capacidad eólica terrestre de clase mundial. Brasil y Uruguay tienen energía eólica y solar complementarias para un suministro de energía más confiable. Uruguay, México y Colombia cuentan con un importante potencial eólico; mientras que Bolivia, México y Perú tienen energía solar.
Mckinsey & Company plantea que con una penetración de las energías renovables superior a la media, Latinoamérica también está bien posicionada para convertirse en un gran productor y exportador de derivados del hidrógeno verde (amoniaco verde y combustibles sintéticos).
La región ha creado una amplia cartera de proyectos de este tipo, principalmente en Brasil y Chile, pero expandiéndose rápidamente a otros países como Uruguay, Argentina y Colombia.
“América Latina puede consolidarse como una de las regiones líderes en la transición energética. Gracias a una matriz comparativamente más limpia que otras y la abundancia, variedad y calidad de sus recursos de energía renovable, América Latina puede ser una de las primeras en alcanzar net zero”, resaltó afirmó Xavier Costantini, socio senior y líder regional de Sostenibilidad en McKinsey.
Costantini precisó que la región también puede posicionarse como un exportador a gran escala de energía y productos sostenibles derivados de las energías renovables o biomasa como el hidrógeno verde, e-fuels, materiales sustentables; así como créditos de carbono vinculados a soluciones basadas en la naturaleza (reforestación, conservación y agricultura sustentable).
Julio Giraut, agrega que América Latina puede contribuir a la descarbonización de la economía dentro y fuera del continente, y para impulsar el crecimiento económico sostenible y la creación de empleo.
En este escenario, Giraut resalta el papel estratégico de Panamá: “La ubicación estratégica del país le permitiría volverse un hub atractivo para la industria de hidrógeno verde y sus derivados, desempeñando también un rol central en la descarbonización del transporte marítimo global”.
Giraut añadió que América Latina tiene algunas oportunidades como facilidades para que se simplifiquen, aceleren y aumenten los permisos de nuevos proyectos de energía.
Igualmente que se estimule la inversión en colaboración público-privada y se pueda además crear las condiciones para mejorar y estabilizar los esquemas de precios de las energías.
La región tiene la oportunidad de eliminar el riesgo de las inversiones en transición energética y mejorar el acceso al capital nacional e internacional e introducir medidas del lado de la demanda para promover el cambio de combustibles fósiles a electricidad y otras alternativas energéticamente eficientes en el transporte.