La inversión extranjera directa (IED) es clave para el crecimiento económico de Panamá: impulsa la creación de empleos, trae nuevas tecnologías y fortalece la competitividad local. En 2019, Panamá lideraba la región en la atracción de capital extranjero, pero la llegada de la pandemia de la covid-19 frenó bruscamente ese flujo. Aunque en los últimos años ha mostrado señales de recuperación, la IED aún no alcanza los niveles prepandemia.
La Contraloría General de la República reportó que, al cierre del primer semestre, la IED alcanzó 1,610 millones de dólares, superando los 1,307 millones de dólares de los primeros seis meses del año pasado. A pesar del incremento interanual del 23%, el monto que las empresas de capital extranjero invirtieron en Panamá en la primera mitad del año está muy por debajo de los 3,236 millones de dólares reportados entre enero y junio de 2019.
Del total de la IED del primer semestre, 420 millones de dólares fueron aportados por bancos con licencia general, 180 millones de dólares por bancos de licencia internacional, 94 millones de dólares por las empresas de la Zona Libre de Colón y 915 millones de dólares por otras compañías que operan en Panamá.
Gran parte del capital extranjero se considera utilidades reinvertidas, es decir, ganancias de empresas que, teniendo participación en negocios en Panamá, optan por no declarar dividendos y, en su lugar, reinvertirlas en la generación de más negocio en el país.
Igualmente, hay un porcentaje catalogado como “acciones y otras participaciones de capital”, que son aquellas inversiones que no generan directamente empleo formal ni pagan cuotas a la Caja de Seguro Social, pero son importantes porque tienen como finalidad generar réditos vía dividendos.
En los últimos años, el mayor flujo de capital extranjero invertido en Panamá ha procedido de América del Sur, seguido por América del Norte, principalmente Estados Unidos; luego Centroamérica y el Caribe, la Unión Europea y Asia.
Por su parte, los sectores con mayor captación de IED han sido el comercio al por mayor y al por menor, actividades financieras y de seguros, explotación de minas y canteras, información y comunicación, transporte, almacenamiento y correo, industrias manufactureras y la construcción.
La semana pasada, el titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Felipe Chapman, indicó durante la presentación del presupuesto para la vigencia 2025 —que es inferior en unos 5,000 millones de dólares al monto estimado para este año— que la cifra propuesta para el próximo año busca generar confianza, lo cual se traducirá en mayor inversión extranjera y aumento en la generación de puestos de empleo con mejores salarios.
Al captar más inversiones, comentó Chapman, se impulsa el crecimiento económico del país, y recalcó que el presupuesto de 2025 tiene como intención propiciar una mejor calidad de vida para los ciudadanos mediante un uso responsable de las finanzas del Estado.
Por su parte, el economista Carlos Araúz considera que los números no han regresado a los niveles previos a la pandemia debido a la falta de consistencia en los mensajes y congruencia en las acciones. Agrega que la atracción de IED no ocurre de la noche a la mañana, ya que es el resultado de años de promoción constante de ventajas competitivas y comparativas como parte de un gran plan estratégico nacional.
“Los mensajes del actual gobierno en materia de seguridad jurídica y de aclarar el lapidario estatus de paraíso fiscal son correctos y precisos. Sin embargo, hemos perdido ímpetu al no implementar más agresivamente la agenda de competitividad 2024-2029″, acotó Araúz.
Para René Quevedo, especialista en materia laboral y consultor empresarial, los flujos de IED deben analizarse en el contexto de su importante deterioro en los últimos cinco años y la coyuntura económica que hoy enfrenta el país, la cual se conjuga con el estancamiento de la inversión privada nacional. Estima que recuperar los flujos registrados en el período 2014-2019, de cerca de 4,400 millones de dólares al año, llevará tiempo, a pesar de los positivos esfuerzos que adelanta el Gobierno.
“El encarecimiento del financiamiento nacional e internacional, así como la pérdida del grado de inversión, representan barreras para la inversión privada y la generación de empleo formal. La economía panameña enfrenta un déficit de circulante y una importante contracción del consumo, como quedó reflejado en el pasado Panamá Black Week, que este año 2024 logró ventas por 21 millones de dólares, en contraste con los 80 millones del año pasado”, detalló Quevedo.
Generar confianza
Para la presidente de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa (Apede), Giulia De Sanctis, el primer reto de la actual administración es recuperar la confianza en las instituciones del Estado como primer paso para ganar nuevamente el grado de inversión. Añade que también es importante la contención de gastos, al tiempo que se generan más ingresos para mantener el crecimiento del país y que este se traduzca en más puestos de trabajo.
Sobre la generación de empleos, Quevedo considera que la capacidad de la economía para crear empleo dependerá directamente de la velocidad con la cual se pueda inyectar liquidez. “Entre enero y agosto de 2024 se tramitaron 23,625 nuevos contratos laborales por mes, lo que representa una disminución del 29% en comparación con el año previo a la pandemia, por lo cual urge transmitir confianza de que invertir en Panamá es buen negocio”, acotó.
En cuanto a la generación de confianza, Araúz considera que Panamá tiene que hacer mucho más para sacudirse la sombra de país corrupto y seguir los pasos de países como Costa Rica y República Dominicana, que en su opinión han sabido conquistar capitales a través de la transparencia en el accionar de sus gobernantes y la capacitación de su gente joven para encarar los trabajos del mañana.
Precisamente, en 2023, Costa Rica y República Dominicana fueron los principales captadores de IED en la región, con 4,687 millones de dólares y 4,390 millones de dólares, respectivamente, mientras que Panamá reportó 2,014 millones de dólares, cuando un año antes había sumado 2,906 millones de dólares, según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
Para 2024, todo indica que Costa Rica y República Dominicana continuarán disputando el primer puesto como mayor receptor de la inversión extranjera, luego de que, en el primer semestre, la nación centroamericana reportara 2,107 millones de dólares, un alza del 3%, mientras que la economía caribeña obtuvo 2,374 millones de dólares, con un crecimiento cercano al 1%.
El economista Luis Morán estima que Panamá tiene el potencial para atraer más capital extranjero, pero advierte que esto solo ocurrirá si se envían los mensajes correctos, como la seguridad jurídica, la transparencia y la rendición de cuentas.
“Para alcanzar un mayor crecimiento el próximo año, es importante captar más inversión extranjera, no solo de nuevos inversionistas, sino también de las empresas que ya están en el país”, indicó Morán.
Considera que es fundamental reducir la burocracia y aumentar la digitalización, no solo en el Gobierno Central, sino en todas las entidades públicas, especialmente en el interior del país, donde se realizan muchos procesos manuales. En su opinión, Panamá tiene factores a su favor, como su posición geográfica, el uso del dólar y un bajo nivel inflacionario.
“Los números indican que Panamá volverá a crecer por encima del 4% en 2025, pero hay que enviar los mensajes correctos, como la competitividad e institucionalidad, de la mano de la capacitación del recurso humano, sumado a un manejo correcto de las finanzas públicas y a la recuperación del grado de inversión”, explicó.