Dominar varios idiomas, o por lo menos el inglés, además de su lengua nativa, y conocer herramientas informáticas son clave para la inserción laboral. Para optar a cargos en empresas multinacionales, en varios anuncios en LinkedIn se lee que además se debe tener conocimientos en hojas de cálculo, programación, edición de video, manejo de redes sociales y contar con destreza para trabajar en equipo, incluso en ambientes híbridos o semipresenciales.
Cada vez son más las exigencias en la era digital. La “movilidad social” medida por las oportunidades que tienen las personas para escalar en materia laboral, tener acceso a atención médica, a educación, a tecnología y a protección social puede significar inversiones por unos 291 mil millones de dólares adicionales al producto interno bruto en Latinoamérica y el Caribe para 2030, según el Índice Global de Movilidad Social del Foro Económico Mundial.
“Una mayor movilidad social mejoraría el desempeño de las compañías, dado que un contexto económico más próspero, con mayor poder adquisitivo para los hogares y una creciente inclusión económica de toda la población, tiende a generar más oportunidades para hacer negocios en la región. Si tenemos en cuenta que la pandemia de la covid-19 exacerbó la desigualdad en Latinoamérica, mejorar la diversidad socioeconómica de la fuerza laboral se ha vuelto más importante que nunca”, señala el informe Diversidad socioeconómica en el entorno laboral, elaborado por McKinsey & Company en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Panamá y Perú, en el que se elaboraron unas 5,400 encuestas con empleados y emprendedores.
En los seis países evaluados, los dos principales obstáculos para acceder al primer empleo fueron: la falta de experiencia requerida, según el 67% de los encuestados, y no obtener recomendaciones, según el 42%. Otros problemas fueron no saber cómo presentarse en una entrevista (23%); no saber dónde buscar empleo (22%) y no tener una hoja de vida adecuada (19%).
La falta de acceso a internet o programas de computación, como también carecer de ropa formal, constituyeron otras limitantes.
Un reto que tiene la región, incluyendo Panamá, donde la desigualdad es mayor, es que las personas con condiciones socioeconómicas menos favorables tienen más dificultades para cumplir todos los requisitos de educación para un empleo.
“Casi el 90% de las personas sin movilidad social dijeron que han enfrentado dificultades para continuar con sus estudios, especialmente por la falta de dinero y de tiempo”. En el caso de Panamá, el 41% de los entrevistados atribuyó a la falta de dinero el que no pudieran continuar sus estudios y 17% a la falta de tiempo. (Ver gráfica)
En el tema del idioma inglés, el 66% de las personas con mejores ingresos tuvieron oportunidad de aprender otro idioma, frente a solo el 35% en el estrato bajo que tienen un nivel intermedio de inglés. En cuanto a las habilidades de software, como el manejo avanzado de planillas de cálculo, solo el 65% de los individuos con condiciones socioeconómicas menos favorables declararon saber usar esos programas, frente al 83% de las personas con condiciones socioeconómicas más favorables.
“Los datos revelan que los colaboradores con condiciones socioeconómicas menos favorables aún están rezagados frente al resto”, expresó Julio Giraut, socio de McKinsey & Company y Office Manager para McKinsey en Panamá.
Considera que los líderes empresariales y gubernamentales tienen la tarea de crear entornos de trabajo diversos e inclusivos, donde exista igualdad de oportunidades.