Según un artículo científico publicado el pasado 6 de junio en Nature Communications, titulado “El Ártico perderá todo su hielo por primera vez en las próximas dos décadas”, del autor Miguel Ángel Criado y otros, la capa de hielo sobre el océano Ártico podría derretirse totalmente durante el mes de septiembre de algún año entre el 2030 y el 2050. La causa de este evento es el cambio climático, que ya ha disminuido la cantidad de hielo flotante en lo que se conoce como Polo Norte.
El análisis se fundamentó en una comparación de imágenes satelitales de la Administración Nacional Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (Nasa, por sus siglas en inglés), al igual que imágenes de la Agencia Espacial Europea (ESA). Las imágenes cubren un periodo de 40 años, iniciando en 1979 y terminando en el 2019. Con la reducción evidenciada en la actualidad de la capa de hielo ártico, es posible la navegación de barcos comerciales sin la necesidad de un rompehielos durante apenas un par de meses al año.
Esto se da en dos rutas: la ruta noroeste, en aguas territoriales de Estados Unidos y Canadá, y la ruta noreste, principalmente en aguas territoriales de Rusia. Si se derrite toda la capa de hielo, la navegación sería posible en aguas internacionales que no pertenecen a ninguno de los países del círculo polar ártico.
La ruta por el Ártico podría ser viable por varios meses al año, de continuar el deshielo.
— La Prensa Panamá (@prensacom) June 17, 2023
Una ruta que ahorraría dos semanas en el traslado de productos de Europa a Asia, y que no pagaría peaje.
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El otro efecto
Más importante en la actualidad que el futuro derretimiento del hielo ártico para el Canal de Panamá, es la amenaza de la escasez crónica de agua que impida que sus operaciones sean tan ampliamente atractivas como se calculó cuando se diseñó la ampliación de la vía interoceánica.
En el año 2022, al menos durante seis meses, el Canal aplicó restricción de calado a los barcos que lo debían cruzar. Cada vez que se reduce el calado, la marina mercante mundial debe disminuir la carga que llevan los navíos que cruzan el Canal.
Actualmente, el 6% del comercio mundial usa el Canal de Panamá como la ruta más eficiente para su desplazamiento. Sin embargo, dos tendencias pueden ejercer presión sobre la cantidad de carga que cruza la vía.
La primera tendencia es la transformación del comercio global, el cual durante la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del siglo XXI se ha caracterizado por un flujo constante de este a oeste y viceversa. Primero Japón, luego Corea del Sur y ahora China, envían sus productos manufacturados desde Asia hasta los mercados de la costa Este de Norteamérica. Mientras, un conjunto de materias primas producidas en la costa Este y el Golfo de México son enviadas a los centros de consumo asiáticos. En las próximas décadas, el comercio entre los propios países asiáticos, principalmente entre China e India, será mucho mayor y cobrará más importancia. Esto le restará mercado al Canal de Panamá.
La otra tendencia es el surgimiento de competidores. La principal carga que cruza el Canal lo hace en barcos portacontenedores. Si se quiere entender que los dos usuarios más importantes de la vía son Estados Unidos y China, y en tercer lugar está Japón, es claro que la competencia más fuerte que puede enfrentar el Canal es la plataforma logística de Norteamérica. Como los grandes puertos de California están cada vez más saturados, es muy atractivo usar el Canal porque se llega más cerca de los consumidores finales.
Si México empieza a desarrollar sus obvias ventajas logísticas con una serie de super puertos en la costa del Pacífico, como el puerto de Mazatlán, más contenedores podrían ser descargados en México y colocados en ferrocarriles que los podrían llevar directamente a Estados Unidos cruzando la frontera. El gobierno mexicano ha manifestado su interés de desarrollar el potencial logístico del istmo de Tehuantepec de 200 kilómetros de ancho, entre el océanos Pacífico y el Atlántico mexicano. Si en Tehuantepec se desarrolla una serie de puertos de gran calado y eficientes ferrocarriles, sería el canal seco más competitivo con la ruta de Panamá.
La nueva competencia
El artículo científico registra que el gobierno de China ha denominado como “La ruta de la seda polar” a lo que espera se convertirá en una vía marítima de importancia en el océano Ártico, cuando se derrita el hielo del Polo Norte durante más tiempo cada año. Esta ruta acortaría en más de dos semanas el traslado de mercancía de Europa y la costa Este de Estados Unidos, hacia Asia y viceversa. Y sin necesidad de pagar peaje.
Por el momento, el Canal de Panamá tiene que gestionar el agua de los lagos Gatún y Alajuela, para llevar adelante sus operaciones y abastecer de agua potable a unos dos millones de habitantes de Panamá. El Canal de Panamá se está enfrentado a la tarea de cumplir con estos dos fines. La cantidad de agua potable que los estudios del propio Canal habían determinado que se consumiría en el año 2025, por los habitantes del área metropolitana, ya era consumida en el año 2012. El efecto de El Niño, que inicia este año y que continuará en la primera mitad del 2024, es una amenaza cierta a la economía panameña y a la operación del Canal.
Además, los estudios sobre los impactos del cambio climático en Panamá, desarrollados por el Ministerio de Ambiente, indican que la región del Caribe oriental del país, desde Colón hasta Bocas del Toro, perderá precipitación pluvial en las próximas décadas. Esto significa que un reservorio en el Río Indio nacería con una espada de Damocles climática.
El reto más urgente que debe resolver el Canal de Panamá es el del agua para sus operaciones. Si se resolviera el tema del agua potable, es probable que el Canal seguiría necesitando más agua para garantizar el nivel óptimo de sus operaciones.
A más largo plazo, el reto más importante para la economía panameña es planificar un país muy distinto para cuando el Canal deje de ser tan relevante y el comercio mundial se haya transformado o utilice otras opciones como el istmo de Tehuantepec o un océano Ártico cada vez más libre de hielo. El reloj ya está corriendo.