El fundador de Amazon.com Inc., Jeff Bezos, tiene los recursos para ir al espacio; Elon Musk también.
Sin embargo, en muchos sentidos, las personas más ricas dejaron atrás a la gran mayoría del mundo hace mucho tiempo.
Las 500 personas más ricas del mundo ahora están valoradas en 8.4 billones de dólares, al alza más del 40% en el año y medio desde que la pandemia global comenzó a hacer estragos. Mientras tanto, los mayores ganadores de la economía, las corporaciones tecnológicas que crearon muchas de estas vastas fortunas, pagan tasas impositivas más bajas que los empleados de supermercados, y sus fundadores ultrarricos pueden aprovechar lagunas legales para pasar enormes ganancias inesperadas a herederos, en gran parte libres de impuestos.
Ahora, un grupo lo suficientemente poderoso como para desafiar la supremacía de los titanes tecnológicos está a punto de tomar medidas. Los líderes del Grupo de los Siete, incluido el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, se reúnen al suroeste de Inglaterra este fin de semana, donde se espera que respalden un plan para tapar los agujeros en el sistema tributario global.
Si bien los cambios aún necesitan la aprobación de un grupo más grande de naciones, incluida China, antes de convertirse en realidad, el acuerdo del G7 marca un punto de inflexión histórico después de décadas de menores impuestos a las corporaciones multinacionales.
“Es muy fácil para las multinacionales y las personas más ricas escapar de los impuestos. Lo que vemos con el G7 es que ha llegado el momento de que los políticos recuperen el poder”, dijo Philippe Martin, exasesor del presidente francés, Emmanuel Macron, quien ahora dirige el Conseil d’Analyse Economique (Consejo de análisis económico). “Hay una ventana de oportunidad, un punto de inflexión en el que se están dando cuenta de que necesitan poder fiscal y necesitan gastar más”.
El acuerdo reforzaría los propios planes de Biden para aumentar los impuestos a las corporaciones y a los ricos al aumentar las tasas, lo que haría que los herederos paguen más e igualaría las tasas entre inversionistas y trabajadores.
Las propuestas forman parte de una reactivación global de iniciativas dirigidas a los ricos, desde Buenos Aires hasta Estocolmo y Washington, incluidos nuevos impuestos sobre las ganancias de capital, herencias, y riqueza que han cobrado impulso desde que la Covid-19 dejó enormes agujeros fiscales en los presupuestos gubernamentales alrededor del mundo.