El consumo de alimentos y productos básicos que venía con buen ritmo a inicios del año, se comenzó a desacelerar hacia el tercer trimestre, debido al incremento continuo en los precios de muchas de las categorías de productos básicos con componentes importados.
Un reporte de la consultora Nielsen IQ alerta sobre el comportamiento en los canales de venta, que incluyen cadenas de supermercados, abarroterías (tiendas de chinitos), comercios tradicionales y farmacia.
El registro precisa que, en el primer trimestre de este año, el volumen de las ventas se incrementó 17.6% y la facturación 17.7%, mientras que los precios de los productos analizados habían subido apenas 2%, en contraste con el mismo período de 2021, donde incluso se registraron algunas rebajas de productos.
Hacia el segundo trimestre de 2022, la canasta de 68 productos procesados que mide Nielsen IQ reportó un alza de 2.6% en los precios.
Esta cesta se encuentra dividida en categorías como abarrotes, donde están aceites, atún, sardinas, salsa de tomate, colados para bebé, cereales infantiles, café, enlatados de frijoles, pan empacado, pastas y sopas preparadas.
Además de otras categorías como aseo personal, bebidas alcohólicas, bebidas no alcohólicas, granos básicos, golosinas, lácteos y limpieza.
La facturación de los consumidores al adquirir estos productos se incrementó 14% y el volumen de la compra fue 13.4% mayor entre abril y junio, que en el trimestre anterior.
En cambio, entre julio y septiembre de 2022, el volumen de la compra se desaceleró y solo subió 4.8%, mientras que el tiquete de compra, es decir, el dinero pagado por los consumidores, fue 7.6% más caro, debido a que los precios se dispararon 4.2%. El mes con mayor aumento en los precios fue septiembre, con 4.9% de alza, seguido de agosto, con 4.2%, y julio, cuando subieron 3.5% en promedio, según el reporte de consumo masivo de Nielsen.
Al tomar la referencia de enero a septiembre, la evolución del consumo en su conjunto es positiva.
En los primeros nueve meses del año, el volumen de las compras creció 11.3% y la factura que pagaron los consumidores fue 12.9% más que en el mismo período de 2021, cuando el tiquete de compra aumentó solo 1.9%.
Los precios de toda la canasta que monitorea Nielsen IQ subieron 2.9% en los primeros nueve meses de este año, frente al 0.3% de incremento de precios registrado de enero a septiembre de 2021.

Consumidores cautelosos
Para finales de año se mantendrá el ritmo decreciente del consumo. Los compradores seguirán siendo cautelosos a la hora de comprar y en qué gastar, incluso si se trata de alimentos básicos.
“A pesar del incremento natural del consumo para el fin de año, esto no será suficiente para compensar el duro golpe que el incremento de precios real, a nivel de todas las categorías, está dando en el bolsillo de los consumidores”, advierte Annie Muñoz Gutiérrez, líder de categoría para Nielsen IQ en Latinoamérica, Estados Unidos, Canadá y España.
Sostiene que el índice de confianza del consumidor panameño continúa decreciendo y ha alcanzado los niveles históricos más bajos. “El desempleo es una de las mayores preocupaciones para el panameño, una reacción similar al resto de los latinoamericanos que también tienen una alta desconfianza en la situación económica de su país y, por lo tanto, del ingreso económico del hogar”.
Otra de las preocupaciones de los consumidores es la inflación y la mentalidad recesiva ante el temor de una crisis económica más severa que pueda afectar aun más su poder adquisitivo.
“A pesar de que los compradores salieron del confinamiento por la pandemia, con una demanda sin precedentes y se había elevado el consumo, ahora nos enfrentamos a nuevas presiones de gasto, como la inflación y la mentalidad recesiva. Estos nuevos puntos de presión están redefiniendo las oportunidades de crecimiento tanto para los minoristas como para las marcas. Las presiones están aumentando en las billeteras de los consumidores”, insistió Muñoz.
Por un lado, los consumidores enfrentan el incremento de precios de los productos básicos procesados con componente importado.
Por el otro, les ha comenzado a impactar el alza de las tasas de interés en los créditos, además de que vienen con una primera mitad del año con mayores gastos por el alza de la gasolina, antes de que se aprobaran los subsidios a los conductores particulares en Panamá.
Muñoz describe que el consumidor está actuando con una mentalidad de recesión: consume menos, cambia su gasto a minoristas y marcas de valor y compra más productos en promoción.
El precio es un determinante para elegir entre una marca y otra, lo que también se traduce en una oportunidad para los retailers que le apuestan a sellos propios con bajo costo.
En un contexto económico global reservado, con temor al aumento del desempleo y la desaceleración de la economía, otra reacción del consumidor es reducir en el corto plazo las compras de productos de consumo masivo.
Cada vez que van a los supermercados, compran menos y, a su vez, se percibe una menor actividad promocional en los establecimientos comerciales, lo que estaría contribuyendo al menor consumo. Son pocas las ofertas en los comercios.
La experta de Nielsen IQ indica que este es un fenómeno que afecta a los consumidores latinoamericanos en general.
Se calcula que 80% sigue con restricciones presupuestarias a más de 2 años del inicio de la pandemia, que generó pérdida de empleo, suspensiones laborales y reducción de salarios.
Ante esta situación, indica que los consumidores buscan estrategias de ahorro: compras más inteligente, marcas de lujo pero de menor tamaño o algunas marcas alternativas más económicas.
Los supermercados optan por productos de marcas propias, además de artículos en promoción y paquetes que le den más por menos precio, y exploran nuevos canales de comercio electrónico.
Bajo estas premisas, Muñoz precisa que los comerciantes deben buscar mantener precios competitivos y ser más efectivos a la hora de realizar promociones.


