El Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) no realizó la Encuesta del Mercado Laboral (EML) correspondiente a agosto 2022, y no se conocerán cifras oficiales de la situación del empleo hasta el 30 de octubre de 2023, cuando dicha dependencia publique la información de agostode 2023.
Sin embargo, sabemos que en el 2022, el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral (Mitradel) tramitó 240,954 nuevos contratos laborales (unos 20 mil por mes, 82% temporales), en contraste con los 378,495 procesados por la entidad en el 2019 (32 mil mensuales aproximadamente, 79% temporales), al tiempo que la economía generó más de 10 mil nuevos trabajadores informales por mes (INEC), en comparación con los 3,079 por mes en el 2019.
Estamos creando 36% menos empleos formales y más del triple de los informales que en el año prepandemia.
De cada 100 nuevos empleos que genera la economía, 60 son informales, 10 funcionarios, 24 son empleos privados temporales y 6 son permanentes.
El desempleo disminuyó porque aumentaron los informales y funcionarios. El nivel de contrataciones del 2019 (378,495) fue marcadamente inferior al del 2018 (422,894), 2017 (445,722), 2016 (440,249) y 2015 (438,621).
La alta precariedad y temporalidad laboral son síntomas del deterioro del clima para la inversión privada en el país, particularmente en pequeñas empresas. La pandemia no creó el fenómeno, lo visibilizó.
La precarización del empleo en la última década se centró de manera particular en seis actividades económicas que hoy aportan las dos terceras partes de la fuerza laboral privada del país. Éstas son Construcción, Comercio, Logística, Industria, Hoteles/ Restaurantes y Otras Actividades de Servicios.
Entre el 2012 y 2022, estos seis sectores, como bloque, sólo generaron empleos informales. De hecho, 9 de cada 10 nuevos trabajadores informales que se agregaron a la economía mensualmente durante el 2022 vinieron de estos 6 sectores.
Estos sectores perdieron el atractivo para la inversión privada y hoy no ofrecen perspectivas para la obtención de márgenes de utilidad y la seguridad jurídica que incentiven inversiones. Para que se origine un empleo formal, debe existir un empleador que vea una oportunidad de negocio. Sin inversiones no habrá contrataciones.
Entre octubre de 2021 y abril de 2022 (6 meses) se generaron más de 100 mil empleos, cuatro veces más que el promedio de creación de empleo entre el 2014 y 2019 (45 mil anuales). Pero el consumo sin inversión privada sólo generará empleo informal. Eso es exactamente lo que está ocurriendo. La crisis laboral que enfrenta el país no es de empleo, sino de confianza.
La minería y la energía han acaparado la atracción de Inversión Extranjera Directa (IED) al país y liderado la formación de capital. Estos son sectores más intensivos en capital que en mano de obra, pero pueden ser generadores de confianza en Panamá como destino para la IED.
Cabe entonces la pregunta ¿Es posible crear las condiciones de potencialidad de ingresos y seguridad jurídica necesarios en estos otros seis sectores, para atraer los capitales que permitan su explotación comercial rentable y consecuente generación de empleos decentes?
Urge mejorar la confianza en el clima para la inversión privada (nacional y extranjera) en dichos sectores claves, particularmente en microempresarios y empresas con menos de 20 trabajadores, que representan el grueso de la generación de empleo.
Esta confianza se debe traducir en inversión, a través del financiamiento focalizado de esas actividades. Como referencia y según las estadísticas de la Superintendencia Bancaria, el monto de los nuevos créditos a la Industria y la Construcción, acumulado a noviembre 2022, fue 57% y 11% inferior, respectivamente, que los tramitados al mismo período del 2019.
En este contexto, BID Invest y Banistmo vienen implementando un interesante esquema para garantizar carteras de préstamos para el sector turístico, bajo una figura de riesgo compartido. La línea de crédito conjunta garantizará una cartera de préstamos turísticos de hasta $300 millones de dólares a través de diferentes instituciones financieras en Panamá, dirigida a pequeñas y medianas empresas.
BID Invest anticipa comprometerse con otros bancos asociados para evaluar mejor sus carteras de turismo y brindarles las garantías requeridas, junto con el gobierno panameño, para fomentar la inversión adicional y el crecimiento en el turismo.
Convendría explorar la implementación del modelo en otros sectores. Pero ningún esquema tendrá éxito si no hay confianza. De poco sirve hablar del “potencial” turístico, industrial o logístico de Panamá si no somos capaces de atraer las inversiones necesarias para hacerlo realidad y convertirlos en fuentes reales de empleos dignos. El potencial sin inversión es “ilusión”.