Pequeños aviones eléctricos piloteados por la inteligencia artificial se cruzan por encima de las ciudades para llevar a sus pasajeros de un “vertiport” (aeropuerto vertical) a otro: ese es el escenario de ciencia ficción que Silicon Valley promete de aquí a 10 años.
“Vamos a ver aparecer esta red de taxis aéreos eléctricos, regionales o de larga distancia. El paisaje va a cambiar mucho”, asegura Marc Piette, fundador de Xwing, empresa especializada en tecnología autónoma para la aviación.
Varias empresas californianas preparan este futuro de la movilidad, que esperan pueda ser un remedio al tráfico y la contaminación.
En un hangar de Concord, en la bahía de San Francisco, Xwing se concentra en el factor más sorprendente de la ecuación: que cualquier avión o aeroplano despegue y aterrice en forma vertical (VTOL), y que con motor a gasolina o eléctrico, pueda rodar, despegar, volar y aterrizar por su cuenta.
“Sistema de pilotaje automático encendido”, declara una voz de mujer cuando Ryan Olson se sienta al frente de la nave, en un viaje en el que no tocará el tablero ni el joystick, como lo hace un instructor con un aprendiz.
Equipado con cámaras, servidores, radares y otros instrumentos, el Cessna Caravan ya es autónomo con buen clima y Xwing trabaja para que también sea capaz de enfrentar el mal tiempo.
Los eVTOL de Archer y Joby parecen helicópteros, pero con un ala y varias hélices. Esperan lanzar los primeros servicios de taxis aéreos de aquí a finales de 2024, con pilotos. Wisk Aero, la compañía de Boeing y Larry Page (el cofundador de Google) trabajan en un eVTOL autónomo. Estiman en 10 años el tiempo para que haya suficientes aparatos en servicio, que la gente se acostumbre a desplazarse de esta forma, y que se sienta la diferencia.
Si se avanza por el buen camino, las empresas enfrentan dos desafíos importantes: la certificación y la infraestructura. Habrá que construir “vertiports” y una interfaz numérica para gestionar el tráfico.